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Significado e interpretación
Las fases del curso vital están influidas, en cualquier sociedad en concreto, por las
diferencias culturales y por las circunstancias materiales de la vida. Por ejemplo, en las
sociedades occidentales modernas, la etapa más inevitable de la vida, la muerte, se suele
considerar en relación con la vejez, porque la mayoría de las personas viven más de
setenta años. Pero en épocas anteriores, muchas personas morían a edades más
tempranas, y la muerte tenía un significado muy diferente. Otros factores sociales, como
la clase social, el género y la etnicidad, también influyen en la forma en que se
experimentan las etapas del curso vital. En el siglo XIX, los niños de clase alta asistían a
internados y continuaban su educación durante un período prolongado de tiempo,
mientras que en las familias de clase trabajadora no era infrecuente que los niños de trece
años trabajasen en las minas de carbón y en la industria, y que las niñas de la misma
edad entrasen a trabajar en el servicio doméstico. La infancia no era una etapa universal
del curso vital asociada con la edad.
Del mismo modo, las cohortes (grupos de personas nacidas en el mismo año) tienden
a estar influidas por los mismos acontecimientos importantes, lo que las diferencia de
otras cohortes. Por consiguiente, las generaciones en su conjunto también tienen
diferentes experiencias en su curso vital. Las cohortes poseen puntos de referencia
comunes, culturales y políticos; por ejemplo, gobiernos concretos, conflictos, tendencias
musicales, etc. En los últimos tiempos, los ataques del 11S y las invasiones de Irak y
Afganistán han dejado huella, al haber generado unas mismas experiencias compartidas
de curso vital, aunque la forma en que estos acontecimientos son interpretados pueda ser
diferente. La generación del «baby boom», por ejemplo, tuvo los primeros televisores en
casa, nuevas formas de una cultura juvenil espectacular, un aumento del nivel de
ingresos, y actitudes más liberales hacia el sexo y la moralidad. En muchos aspectos, su
curso vital fue muy diferente al de sus padres y abuelos.
Los sociólogos han dedicado mucho tiempo a estudiar la infancia, un tiempo que nos
parece una etapa de la vida evidente y universal. Pero la infancia, entendida como una
etapa diferenciada de la vida, tiene en su definición solamente unos trescientos años de
antigüedad. En las sociedades antiguas, los jóvenes pasaban directamente de una larga
infancia a roles de trabajo en el seno de la comunidad, sin tener la experiencia de una
«infancia» diferenciada. Ariès 9 afirmó que simplemente no existía el concepto de
«infancia» en la época medieval, algo que se puede apreciar en las pinturas medievales
que muestran a los niños como pequeños adultos, con rostros maduros y con los mismos
estilos de vestir que sus mayores. Incluso en la actualidad, las experiencias relacionadas
con la infancia son muy diversas. En algunos países, los jóvenes trabajan a tiempo
completo, a menudo en tareas físicamente exigentes, como en las minas de carbón y en
la agricultura. El intento de las Naciones Unidas de establecer una definición universal
de la infancia y un conjunto universal de los derechos de los niños constituye una
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