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cualquier falta aparente de ambición puede ser consecuencia de la posición social de las
personas, y no su causa. Esta perspectiva se remonta a la década de los treinta del siglo
pasado, cuando R. H. Tawney planteó que la pobreza era, de hecho, un aspecto de la
desigualdad social, que daba lugar a los extremos de riqueza y pobreza. La clave para
luchar contra la pobreza era, por tanto, reducir las desigualdades sociales, no echar la
culpa a los individuos. Reducir la pobreza no es simplemente una cuestión de cambiar
las actitudes individuales, sino que requiere políticas concretas para distribuir de manera
más equitativa los ingresos y los recursos. Los subsidios por el cuidado de los niños, un
salario mínimo nacional y un nivel de ingresos familiares garantizados son ejemplos de
medidas de reducción de la pobreza. La reestructuración económica también puede
conducir al aumento de los niveles de pobreza, y en la década de los ochenta, el declive
de las industrias manufactureras, la «suburbanización» del empleo y un creciente sector
de servicios con bajos salarios redujeron las oportunidades de empleo. En resumen, los
niveles de pobreza deben ser explicados haciendo referencia a los cambios estructurales
en la sociedad.
Cuestiones clave
Se han realizado una serie de críticas a la forma en que se sigue usando el concepto de
pobreza. En el momento en el que aceptamos la crítica cultural sobre la pobreza
absoluta, nos quedamos con la pobreza relativa. Pero los críticos la consideran como
poco más que una descripción alternativa de la desigualdad social, que no añade nada a
nuestra comprensión del fenómeno. Si a lo largo del desarrollo social, los niveles de
pobreza cambian junto con la riqueza, se pierde el objetivo original del concepto:
identificar y dar a conocer la privación severa. ¿Puede realmente decirse que viven en la
pobreza familias que poseen la mayor parte de la parafernalia tecnológica de la vida
moderna y que tienen acceso a prestaciones sociales? Algunos sociólogos han ido
abandonando el concepto y han preferido el de exclusión social, que permite identificar
los procesos que niegan a la gente más pobre ciertos derechos de ciudadanía.
También se pueden criticar los intentos de medir la pobreza. La idea de construir un
índice de privación a partir de la identificación de un conjunto de elementos supone una
selección arbitraria. ¿Con qué criterios elegimos qué elementos son necesarios o son
necesidades reales y cuáles son simplemente deseos? Algunas categorías, como un
desayuno completo, o unas vacaciones fuera de casa, pueden tener más que ver con las
elecciones y las prioridades que con la pobreza. Esta selección puede desviar la atención
de la pobreza absoluta, que es muy real en los países en desarrollo.
Relevancia actual
A pesar de las críticas, el concepto de pobreza ha seguido siendo popular en la
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