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sociólogos han descubierto que existen patrones de delito y desviación que varían según
el género, la clase y el grupo étnico, y esto plantea nuevas preguntas acerca de la
relación de causalidad. Por ejemplo, ¿por qué ciertas clases sociales deberían cometer
más delitos que otras? En las sociedades relativamente ricas, donde incluso los grupos
más pobres tienen muchas posesiones materiales y estilos de vida mejores que sus padres
y abuelos, los índices de criminalidad siguen siendo relativamente altos. Robert Merton
utilizó el concepto de anomia de Durkheim para proporcionar una explicación y, al
hacerlo, sostuvo que la propia estructura de la sociedad estadounidense era parte de la
respuesta.
Merton (1938) comenzó a partir de una constatación bien establecida por las
estadísticas oficiales en muchas sociedades desarrolladas: una alta proporción de los
delitos «adquisitivos»—aquellos cometidos para obtener una ganancia financiera
inmediata— son cometidos por la «clase obrera baja», una expresión que entonces era
habitual para describir a aquellas personas de extracción social no cualificada, manual.
Merton advirtió que, por lo general, la sociedad estadounidense mantenía valores
culturales que promovían la búsqueda del éxito material, que era considerado un objetivo
legítimo. Por ello, estos valores fomentaban la autodisciplina y el trabajo duro como
medios para alcanzarlo. La idea de que las personas de cualquier extracción pueden tener
éxito simplemente si trabajan lo suficiente, con independencia de cuál sea su punto de
partida en la vida, llegó a ser conocida como el «sueño americano». Se trata de una idea
claramente atractiva para muchos grupos de inmigrantes que se habían asentado en los
Estados Unidos. Merton explicó que, para los grupos de la clase obrera más baja, este
«sueño» se había convertido en una ideología, que enmascaraba el hecho de que las
oportunidades legítimas de éxito no estaban abiertas para todos. Aquellos que, a pesar de
trabajar duro, no alcanzan unos altos estilos de vida materialista eran condenados por su
aparente incapacidad. Peor aún, se les decía que eran ellos quienes tenían la culpa por no
trabajar lo suficientemente duro. Por ello, estaban sometidos a una gran presión para
tratar de salir adelante por otros medios ilegítimos, y el resultado era un mayor nivel de
delitos adquisitivos entre estos grupos debido a que sufrían una tensión social entre unos
valores culturales profundamente arraigados y su propia posición social.
En resumen, Merton afirmó que Estados Unidos era una sociedad muy desigual y
dividida, que promovía unos objetivos que solo una parte de la población podía aspirar a
conseguir de forma realista. Muchas personas de la clase obrera, especialmente hombres
jóvenes, han interiorizado este objetivo cultural y buscan todos los símbolos del éxito
material, como los aparatos tecnológicos, los automóviles y la ropa, pero para
obtenerlos, cometen delitos adquisitivos, como el robo en viviendas, el hurto y la
compraventa de bienes robados. Merton afirma que «innovan» los medios a su alcance
para lograr sus objetivos, y esto ayuda a explicar por qué los hombres jóvenes de clase
obrera están sobrerrepresentados en las estadísticas oficiales de delitos y prisiones. La
presión que empuja a algunas personas a cometer un cierto tipo de delitos no está
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