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La dominación tradicional es el poder que es legitimado por el respeto a los antiguos
patrones culturales que se han ido transmitiendo entre las generaciones. En este sistema,
las personas obedecen las órdenes en función del estatus tradicional de los gobernantes.
La legitimidad de las autoridades tradicionales proviene del reconocimiento y la
aceptación de que así fue la forma en que se organizaron las cosas en el pasado. Weber
pone el ejemplo de la norma hereditaria familiar de los nobles en la Europa medieval,
que todavía persiste en las familias aristocráticas y en las reales. En la dominación
tradicional, las personas son leales a individuos particulares, y no a las normas que estos
establecen. En la práctica, esto significa que la gente obedece a los gobernantes, no a las
reglas, y que se sienten obligados a una fidelidad personal.
La dominación carismática suele alterar las formas tradicionales, y ha sido fuente de
innovación y cambio a lo largo de la historia. La dominación carismática se basa en la
devoción que sienten los subordinados hacia un líder, en virtud de sus excepcionales
cualidades que suscitan ese sentimiento. Sin embargo, es difícil precisar el concepto de
carisma, puesto que, en realidad, no está claro si las cualidades especiales son inherentes
a la personalidad del líder o si son los demás quienes perciben que es este quien las
posee. Algunos ejemplos históricos son Jesucristo, Adolf Hitler y Mahatma Gandhi,
aunque algunos soldados heroicos, santos y líderes políticos también han sido descritos
como «carismáticos». Todos los líderes carismáticos tienen que proporcionar de vez en
cuando «pruebas» de sus cualidades especiales, y si no lo hacen la persona carismática
puede ser cuestionada. Weber consideró que este hecho daba lugar a que la dominación
carismática fuese esencialmente inestable, a todo esto se añade que, cuando muere el
líder, es probable que se produzca una crisis de fe y de legitimidad. Cuando los sistemas
carismáticos comienzan a adoptar formas más rutinarias, los mismos tienden a
transformarse en sistemas tradicionales o legal-racionales.
Weber consideró que, al surgir el capitalismo, la dominación tradicional dio paso a
una nueva forma de dominación legal-racional. En ella, el poder se legitimaba por
medio de reglas y reglamentos promulgados legalmente, y combinaba la creencia en la
ley con la racionalidad formal en la toma de decisiones. Dicha dominación se encuentra
en las organizaciones modernas y en las burocracias, así como en los sistemas
democráticos de gobierno que dirigen la vida política de una sociedad. La dominación
legal-racional solo puede ejercerse cuando las decisiones y las órdenes se toman por
medio de un proceso «establecido», no de acuerdo con la tradición o el capricho
individual. La burocracia es la forma típica de esta dominación legal-racional.
Cuestiones clave
Una de las críticas tradicionales a la tipología de Weber es que, a pesar de que diferenció
cuatro tipos de acción social, únicamente existen tres sistemas de dominación. La
categoría «desaparecida» es la dominación racional con arreglo a valores, en la que la
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