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eliminar la causa de la enfermedad. La biomedicina trata la mente y el cuerpo por
separado, por lo que, cuando los pacientes acuden para ser diagnosticados, los
profesionales de la medicina los consideran esencialmente como «cuerpos enfermos», en
lugar de como individuos completos. La atención se centra en la curación de su
enfermedad, que puede ser investigada y tratada independientemente de todos los
factores personales. Los especialistas médicos adoptan una «mirada médica», una
perspectiva distante, para considerar y tratar al paciente enfermo. El tratamiento debe ser
llevado a cabo de una manera neutral y libre de valores, a partir de información recabada
y compilada, en términos clínicos, en el historial clínico del paciente. Se considera que
los médicos especialistas debidamente cualificados son los únicos expertos en el
tratamiento de la enfermedad, y la profesión médica acata un código ético reconocido.
No hay espacio para los curanderos autodidactas o para las prácticas médicas «no
científicas». El hospital representa el entorno más apropiado para el tratamiento de las
enfermedades graves, ya que estos tratamientos se suelen basar en una combinación de
tecnología y de medicación o cirugía.
Cuestiones clave
Durante los últimos treinta años aproximadamente el modelo biomédico ha sido objeto
de crecientes críticas, y gran parte de la literatura sociológica en este campo posee un
tono crítico. Algunos estudiosos afirman que la efectividad de la medicina científica está
sobrevalorada. En particular, ciertos historiadores de la medicina argumentan que, a
pesar del prestigio que ha adquirido la medicina moderna, las mejoras en el estado de
salud general de las poblaciones tienen muy poco que ver con la puesta en práctica de un
modelo biomédico de la enfermedad 1 . En realidad, la mayor parte de las considerables
mejoras de la salud pública que han tenido lugar desde principios del siglo XIX se pueden
atribuir a cambios sociales y ambientales. Unos sistemas sanitarios más eficaces, unos
mejores niveles de nutrición y una dieta variada, y la mejora de las prácticas de
saneamiento e higiene en las ciudades densamente pobladas, han sido más influyentes
que la medicina, sobre todo en la reducción de las tasas de mortalidad infantil. Los
medicamentos, los avances en la cirugía y los antibióticos no disminuyeron de forma
significativa las tasas de mortalidad hasta bien entrado el siglo XX.
Ivan Illich 2 sugirió incluso que la medicina moderna ha sido más perjudicial que
beneficiosa, debido a la iatrogenia, la enfermedad «causada por el médico». Illich
planteó que hay tres tipos de iatrogenia: clínica, social y cultural. La iatrogenia clínica es
aquella en la que el tratamiento médico hace que el paciente empeore o crea nuevos
problemas médicos. La iatrogenia social se produce cuando la medicina se expande cada
vez a más áreas, creando una demanda artificial de sus servicios. La iatrogenia social,
afirmó Illich, conduce a la iatrogenia cultural, en la que la capacidad de hacer frente a los
retos de la vida diaria se reduce progresivamente debido a las explicaciones y
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