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viven en la actualidad en condiciones de pobreza absoluta. Sin embargo, la existencia de
un «estándar» universal de pobreza absoluta es controvertido, ya que las definiciones de
necesidad varían culturalmente.
En la actualidad, la mayoría de los sociólogos utilizan el concepto alternativo de
pobreza relativa. Este concepto relaciona la pobreza con el nivel general de vida de una
sociedad. La principal razón para elegir este concepto es que se suele admitir que la
pobreza está definida culturalmente y no puede ser medida con un patrón universal. Las
cosas que se consideran esenciales en una sociedad, pueden ser un lujo en otra. En los
países desarrollados, el agua del grifo, los inodoros y el consumo regular de frutas y
verduras son considerados de primera necesidad; sin embargo, en muchos países en
desarrollo, estas cosas no forman parte de la vida normal y no es correcto emplear su
carencia para medir la pobreza. Incluso las definiciones de pobreza «absoluta» cambian
con el tiempo debido al aumento de nuestro conocimiento, por lo que la pobreza absoluta
también es «relativa».
El concepto de pobreza relativa no es una panacea. A medida que se desarrollan las
sociedades, también lo hace su comprensión de la pobreza y los criterios se van
ajustando al alza. En el pasado, los frigoríficos, la calefacción central y el teléfono eran
artículos de lujo, pero hoy en día la mayoría de las personas los consideran como
necesidades básicas. Otros autores creen que el concepto de pobreza relativa desvía la
atención del hecho de que los miembros más pobres de la sociedad están en mejor
situación que en épocas anteriores, y cuestionan incluso que la «verdadera» pobreza
exista en las sociedades ricas. Los grupos sociales que tienen más probabilidades de
encontrarse en situación de pobreza son los niños, las personas mayores, las mujeres y
algunas minorías étnicas. En concreto, las personas desfavorecidas o discriminadas en
otros aspectos de la vida tienen una mayor probabilidad de ser pobres.
Las explicaciones de la pobreza se centran en el individuo o en la organización de la
sociedad y se suelen denominar teorías «culpabilizadoras de la víctima» y
«culpabilizadoras del sistema», respectivamente. La tendencia a responsabilizar a los
pobres de su propia situación tiene una larga historia. Los hospicios del siglo XIX
demuestran la creencia generalizada en aquella época de que los que merecían el éxito lo
lograban, mientras que los menos aptos estaban condenados al fracaso. Aunque más
adelante estas ideas perdieron peso, fueron restablecidas en los años ochenta, cuando las
ideas políticas neoliberales explicaron la pobreza basándose en los estilos de vida y
actitudes de los propios pobres. El sociólogo norteamericano Charles Murray 26 describió
el surgimiento de una nueva «subclase» en una cultura de dependencia, caracterizada por
vivir de las prestaciones sociales y evitar entrar en el mercado de trabajo.
La segunda explicación considera los procesos sociales que crean condiciones de
pobreza. De acuerdo con este punto de vista, las fuerzas estructurales, como las
presiones de la clase social, el género, la etnicidad, la posición ocupacional, el nivel
educativo, etc., dan forma al modo en que se distribuyen los recursos. De este modo,
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