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secundaria. Por ejemplo, Howard Becker 8 planteó que la desviación se entiende mejor
como un proceso mediante el cual se definen y categorizan algunas acciones como
desviadas, y son tratadas como tal, en consecuencia. Becker se centró en el impacto de
este proceso sobre la identidad de los propios «desviados», que de hecho se habían
convertido en «forasteros» estigmatizados y marginados por la sociedad mayoritaria.
Significado e interpretación
Uno de los enfoques interaccionistas más importantes para comprender el delito y la
desviación es la perspectiva del etiquetado. Los teóricos del etiquetado interpretan la
desviación no como un conjunto de características de los individuos o grupos, sino como
un proceso de interacción entre los desviados y los no desviados. Las personas que
representan a las fuerzas de la ley y el orden público, o que son capaces de imponer a los
demás las definiciones de la moralidad convencional, llevan a cabo la mayor parte del
etiquetado. Por lo tanto, las etiquetas que crean categorías de desviación expresan la
estructura de poder de la sociedad. Por ejemplo, los ricos establecen las reglas con las
cuales definen la desviación de los pobres, los hombres las de las mujeres, las personas
mayores las de los más jóvenes, y las mayorías étnicas las de los grupos minoritarios.
Sin embargo, el etiquetado no es simplemente «cría fama y échate a dormir», sino que es
el producto final de un largo proceso social que implica muchos actores.
El trabajo de Howard Becker mostró cómo se producen las identidades desviadas por
medio de procesos de etiquetado, en lugar de a través de motivaciones o conductas
desviadas. Becker sostuvo que «la desviación no es una cualidad del acto cometido por
la persona, sino más bien una consecuencia de que otros apliquen reglas y sanciones a un
“infractor”. El desviado es aquel al que se le ha aplicado con éxito esa etiqueta… el
comportamiento desviado es el comportamiento que las personas etiquetan como tal».
Esta definición ha impulsado muchas investigaciones, aunque también ha sido criticada.
Becker fue muy crítico con los enfoques criminológicos que establecían una clara
distinción entre lo «normal» y lo «desviado». Para Becker, el comportamiento no es el
factor determinante de por qué las personas se convierten en «desviadas». Más bien, hay
procesos, no relacionados con la conducta en sí misma, que son más influyentes a la hora
de determinar si se le atribuye esta etiqueta o no a alguien. Cómo viste una persona, la
manera de hablar o el país de origen pueden ser los factores clave que determinan si se
aplica o no esta etiqueta.
El proceso de «aprender a ser desviados» suele acentuarse en las prisiones y en las
agencias de servicios sociales, que son las organizaciones creadas para corregir la
conducta desviada. Para los teóricos del etiquetado, este hecho es una clara demostración
de la «paradoja de control social», que da lugar a la amplificación de la desviación.
Wilkins 9 se interesó por el modo en que las identidades desviadas se «gestionan» y se
integran en la vida cotidiana. El aumento de la desviación se refiere a la consecuencia no
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