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170<br />

Arturo Santa Cruz<br />

materias como el rol del Estado, la comunidad y el individuo, esta postura<br />

compartida habla de la necesidad de reconocer las diferencias culturales<br />

implícitas en la creación de una comunidad norteamericana. La razón por<br />

la que afirmo que una integración más profunda de la región requeriría<br />

tratar abiertamente las diferencias nacionales es doble: primero, porque<br />

sólo cuando existe un reconocimiento recíproco es cuando emerge un sentido<br />

de identidad colectiva, y segundo, porque es sólo entonces cuando el<br />

individuo (en este caso, el Estado) siente la suficiente confianza para sumarse<br />

a un proyecto que lleve a la reconceptualización de sí mismo (en<br />

este caso, la soberanía). Por ejemplo, si el actor a sabe que sus particularidades<br />

son genuinamente reconocidas por b y C, este conocimiento probablemente<br />

tendrá el efecto de lograr que a se sienta menos amenazado<br />

por el ambiente externo y también –lo cual es más importante para mi<br />

argumento– de actualizar las potencialidades de a. Ya que a sabrá mejor<br />

cómo actuar en este ambiente más seguro, será un agente más completo. 11<br />

Como Ringmar lo ha notado: “desear reconocimiento no es desear un objeto<br />

que provea de utilidad, placer o beneficio, sino desear ser un sujeto de<br />

una determinada naturaleza. El deseo de reconocimiento es lo fundamental<br />

del deseo humano”. 12<br />

Es por ello que los estados-nación –incluyendo aquellos que se embarcan<br />

en procesos de integración– simplemente no se despojan de su<br />

identidad; al contrario, desean que sus rasgos distintivos sean reconocidos<br />

por los otros. 13 Como lo señala Samuel Huntington refiriéndose a los<br />

países poscomunistas, “las personas pueden aspirar a una identidad pero<br />

no ser capaces de lograrla, a menos que sean bienvenidas por aquellas que<br />

ya poseen esa identidad. El factor crucial de la postGuerra Fría para las<br />

personas del Este de Europa era si el Oeste aceptaría que se identificaran<br />

a sí mismas como parte del Oeste”. 14 En el escenario norteamericano,<br />

quizás la metáfora más apropiada sería la del “mosaico” canadiense, en el<br />

11 Ulrika Mller, Mller, “Multilateral Negotiations: A Security or a Recognition Game? In In Search Search of of an an Expla-<br />

Explanation<br />

for Why Key-Players Opt Out”, ensayo presentado en la Quinta Conferencia Pan-Europea de<br />

Relaciones Internacionales: Construyendo Órdenes Mundiales en La Haya, 9 de septiembre de 2004,<br />

p. 29.<br />

12 Erik Ringmar, op. cit., p. 119.<br />

13 Wendt, Alexander, op. cit., p. 515.<br />

14 Huntington, Samuel, Who Are We? The Challenges to America’s National Identity, Simon & Schuster,<br />

Nueva York, 2004, p. 23.

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