Libro Blanco del título de grado en Arquitectura - Aneca

ESTUDIOS DE GRADO EN ARQUITECTURA 343
para alojarse en su casa durante sus años de formación) de Étienne-Louis Boullée, profesor y arquitecto
visionario del periodo de la Revolución con el que su pupilo no compartió aspiraciones poéticas,
ensoñaciones utópicas, grandiosas concepciones simbólicas ni creaciones de imágenes de valor
pictórico, pero sí una indomeñable fe en la razón e idénticos procedimientos compositivos. Durand
fue profesor de la École polytechnique entre 1795 y 1833 y autor del Précis de leçons d´architecture
publicado en dos tomos en 1802 y 1805 y reeditado y traducido múltiples veces después, que
ejerció notabilísima influencia en Francia y fuera de ella (sobre todo en Alemania) y fue texto canónico
en todas las escuelas del continente durante muchas décadas.
El Précis (compendio) constituyó una síntesis y sistematización de las distintas aportaciones teóricas
y prácticas realizadas en Francia durante el siglo XVIII, abrió el camino de la arquitectura del
XIX y anticipó muchos aspectos del racionalismo del XX. La pretensión del autor era enseñar a proyectar
de manera fácil, con procedimientos universales y transmisibles y “según los métodos usados
en las escuelas científicas”. Para Durand, los fines de la arquitectura eran la utilidad pública y
privada y la búsqueda del bienestar social, que debían alcanzarse mediante una construcción aplicada
a conseguir la solidez, la salubridad, la comodidad, la economía, el orden, la regularidad y la
simplicidad.
Durand no concebía los órdenes clásicos como fundamento formal de la arquitectura, sino como
elementos de catálogo aceptables sólo por su utilidad derivada de la costumbre, cuya introducción
en el proyecto quedaba supeditada a una previa organización geométrica abstracta (ajena tanto a
la tradicional interpretación renacentista del sistema de proporciones vitruviano como a la racionalización
de éste iniciada por Perrault, con la cual se seguían modulando y midiendo las dimensiones
de las partes y conjuntos de la arquitectura a partir de la propia arquitectura) y que, por tanto,
resultaban prescindibles. De hecho, los arquitectos del siglo XIX fueron prescindiendo sucesivamente
de ellos al sustituirlos por otros catálogos de elementos extraídos de la historia o incluso, ya en
una época tardía, de fuera de ella, como ocurrió a fines del siglo XIX y comienzos del XX con el
modernismo o Art Nouveau, que tomó su repertorio arquitectónico de la moda decorativa imperante
en las artes gráficas y aplicadas durante los años inmediatamente anteriores, y no de estilo
histórico alguno.
El método de Durand (más bien habría que decir: el puesto por escrito y difundido por él, ya que
propiamente el profesor de la École polytechnique no inventó nada) permitió a los arquitectos e
ingenieros dar respuesta a los requerimientos de un mundo cambiante sin perder el paso de los
avances de los tiempos y en plena concordancia con el espíritu de éstos. En arquitectura, el siglo
XIX, sobre todo en su segunda mitad, estuvo caracterizado por el eclecticismo (en origen, un sistema
filosófico construido tomando lo mejor de todos los sistemas anteriores conocidos) y por el historicismo
(o uso indistinto de cualquier estilo histórico). Estas tendencias reflejaban una aspiración
de la sociedad del momento a contar con una libertad de elección formal según el carácter de cada
edificio o el mero capricho del cliente inexistente en periodos anteriores.
En esos años, la identificación y catalogación de elementos de cada estilo preexistente (de la historia
europea general o local o de carácter exótico) adquiría un valor de incorporación al acervo cultural
disponible similar al del descubrimiento de cualquier territorio africano inexplorado. Los profesionales
de la época pudieron adaptarse al creciente anhelo social de libertad, variedad y nove-