Libro Blanco del título de grado en Arquitectura - Aneca

ESTUDIOS DE GRADO EN ARQUITECTURA 371
La teoría del arte del plan de 1864 se desdobló en tres materias: Historia de la arquitectura en primero,
Teoría del arte arquitectónico en segundo y Estudio de los edificios bajo el punto de vista de
su fin social en tercero. Con ello se mantuvo el principio de usar la historia como base del repertorio
estilístico de los proyectos y se reprodujo, aunque sólo en los tres primeros cursos, la propuesta
de 1866 de dividir la composición en una parte teórica y otra práctica. Por su parte, esta última mantuvo
exactamente el ritmo de progresión establecido para el plan anterior: en primero consistía en
dibujo de conjuntos; en segundo se diseñaban elementos arquitectónicos; en tercero, edificios de
segundo orden; y en cuarto, de primer orden. Las asignaturas de estos tres últimos años adquirieron
por primera vez el nombre de Proyectos con el que ahora las conocemos.
Los exámenes de cada curso de proyectos se organizaban según el sistema de repente y pensado
con tema único sacado a suertes, concediéndoseles un tiempo de ejecución sucesivamente mayor
según avanzaba la carrera. En el primer curso, el repente tenía seis horas y el pensado seis días,
ambos en régimen de encerrona (la del pensado en jornadas de seis horas). En el segundo curso
(que era el tercero de la carrera), se daban ocho horas al repente y ocho días al pensado y en el tercero,
diez horas y diez días, respectivamente. Quienes no superaban el examen contaban con una
convocatoria extraordinaria en septiembre, en la que los plazos otorgados a los pensados se aumentaban
a quince días en el primer nivel, veintidós en el segundo y veintiséis en el tercero. Se permitía
la consulta de los libros de la biblioteca, levantándose acta de los que usaba cada alumno.
El examen de reválida siguió el modelo que se había establecido para los concursos de las pensiones
de Roma al crearse, bajo la dependencia del ministerio de Estado, la Escuela española de bellas
artes en la Ciudad Eterna, pronto llamada Academia española de bellas artes. Los concursos los
seguía organizando la academia de San Fernando (la cual, de acuerdo con los estatutos aprobados
en 1864, se había convertido en un órgano consultivo dependiente del ministerio de Fomento), pues
había conservado esta atribución tras crearse la primera escuela superior de arquitectura, pero en
los jurados intervenían representantes de ésta y artistas y críticos de prestigio. En 1873 se añadió
al tradicional ejercicio de tema único con repente de diez horas y pensado de dos meses la obligación
de presentar una memoria sobre un asunto científico o artístico independiente del tema del
proyecto, una especie de tesina que las escuelas de Madrid y Barcelona adoptaron también. Sin
embargo, en esta segunda escuela sólo hacían la reválida los alumnos que no superaban el examen
del tercer nivel de Proyectos.
Desde una mentalidad actual, las diferencias de aplicación del plan de 1875 en las dos escuelas eran
de mero detalle. Sin embargo, en la época se clamó contra la injusticia que suponía que al trasladarse
los alumnos de la una a la otra pudieran no quedar exactamente en el mismo punto de la
carrera, cuando los efectos académicos de los estudios cursados en ambas eran idénticos. Estas
diferencias también trajeron como consecuencia una duración media real de la carrera distinta en
ambos centros. El orden claramente preestablecido de los cursos académicos hizo que en Barcelona
fuese común terminar en los siete años previstos. En Madrid, donde el sistema de incompatibilidades
y prerrequisitos cruzados empleado hacía formalmente posible que en vez de los tres cursos
preparatorios de Barcelona un alumno aventajado pudiese invertir dos en acabar el primer ciclo e
incluso tener adelantadas varias asignaturas técnicas de los estudios especiales, se tardaba habitualmente
ocho años en concluir, a los que había de añadirse el inevitable verano de preparación
de la reválida que a orillas del Mediterráneo era factible eludir.