Libro Blanco del título de grado en Arquitectura - Aneca

ESTUDIOS DE GRADO EN ARQUITECTURA 365
lida, se volvió al sistema de tema único con repente previo de diez horas de encerrona y posterior
pensado de dos meses de duración.
El plan de 1864 mostró un cambio de criterio educativo considerable respecto a sus antecesores.
Desapareció de él el carácter ingenieril presente en la propuesta de Lallave y en los de 1845, 1848
y 1850, así como el equilibrio que el de 1855 había alcanzado entre las componentes gráfica, científica,
técnica y compositiva en favor de esta última y con una notable coherencia de método.
Parecía estarse adoptando con ello el modelo francés de arquitecto de beaux-arts en vez del profesional
de síntesis, diseñador y a la vez constructor, que se había buscado hasta entonces. Pero esto
no llegó a cuajar en la aparición paralela de un arquitecto de tipo politécnico o un ingeniero de la
edificación como habría sido consecuente, porque el plan de estudios siguiente, once años posterior,
corrigió la tendencia apuntada.
Por otro lado, este plan del 64 había sido, como hemos visto, un fruto tardío de la ley Moyano. Las
consecuencias de esta ley tardarían poco en empezar a revisarse, como muestra el que diez meses
después de la aprobación de dicho plan se promulgó otro, con Antonio Aguilar como ministro de
Fomento, para los ingenieros de caminos, que prescindía de la enseñanza preparatoria en la
Facultad y establecía seis años de enseñanza especial, los tres primeros con bastantes coincidencias
con la carrera de arquitecto y los otros tres ya muy diferenciados de ella. Este otro plan, con mucha
menos ciencia pura de lo prescrito en el programa general que desarrolló la ley Moyano, contaba
con una sólida formación gráfica de carácter distinto a la de arquitectura (tres cursos de dibujo
topográfico y de paisaje y seis de ejercicios gráficos y prácticos), una asignatura de arquitectura en
quinto curso y varias dedicadas específicamente a los distintos tipos de obras públicas de que se
ocupaban estos profesionales (ríos y canales de navegación, caminos ordinarios y férreos, puertos
y obras marítimas, etc.).
Tres meses después de la aprobación del plan de estudios de los ingenieros de caminos accedió al
ministerio de Fomento Manuel Orovio, marqués de Orovio, político moderado que actuó más bien
como un extremista, quien veía en la ley Moyano la puerta por la que podía entrar en España la libertad
de enseñanza, por lo que se propuso desmontarla, y que expulsó de la universidad a los profesores
krausistas (tras la Restauración de 1875, Orovio volvió a Fomento y desposeyó de sus cátedras
a Castelar, Salmerón y Azcárate, y entre 1878 y 1880 ocupó la cartera de Hacienda). En marzo de
1866, una real orden sobre los estudios de arquitectura inspirada por este ministro y bien recibida
por el director de la Escuela, Pascual y Colomer, que era tan antimoyanista como él, encargó a la junta
de profesores de ésta la modificación del plan de estudios para acomodarlo a las nuevas directrices.
Una comisión formada por el Director y tres profesores más presentó en julio un informe pidiendo
la supresión de la enseñanza libre (entonces aceptada para que los aspirantes externos pudieran
presentarse al examen de ingreso o al ejercicio de reválida) y de los estudios preparatorios en la
Facultad de Ciencias y proponiendo que se restableciese una carrera de seis años a desarrollar íntegramente
en la escuela con seis horas diarias de clase y varios cambios en el plan vigente que afectaban
tanto a las ciencias puras como a las materias técnicas, la teoría del arte y la línea de proyectos.
El informe, que fue aprobado por la Junta de Profesores, especificaba las asignaturas con
que habría de contar el nuevo plan de estudios e incluso los profesores a los que podría encomendarse
su docencia, pero no mencionaba el examen de ingreso ni el de reválida.