Libro Blanco del título de grado en Arquitectura - Aneca

378 ANEXOS
ces la enseñanza de la historia y la teoría general de la arquitectura que la aparición de la dedicada
a la ornamentación orgánica. El carácter “filosófico” y “estético” con que se describieron tales
materias en 1896 reflejaba la influencia de la llamada “historia del arte sin nombres” inaugurada
por Heinrich Wölfflin con su obra Renacimiento y barroco en 1888 y que dio lugar a las teorías purovisualistas
y espacialistas de interpretación de la arquitectura formuladas por Theodor Lipps en
1891 y por Adolf Hildebrand, Alois Riegl y August Schmarsow en 1893, las cuales pueden entenderse
también como fundamentos filosóficos de las distintas tendencias arquitectónicas relacionadas
con el Art Nouveau.
El último aspecto del plan de 1896 que merece la pena destacar es que con él se reimplantó el
ejercicio de reválida, cerrando así el único intervalo de dos lustros en que no hubo en las enseñanzas
madrileñas un proyecto fin de carrera separado del resto de los estudios en los casi 250
años en que viene otorgándose el título oficial de arquitecto en España. En aquella ocasión, el
carácter irretroactivo de la norma con que se recuperó este ejercicio obligó a aceptar que quedaran
exentos de presentarlo quienes a la fecha de entrada en vigor del nuevo plan hubiesen superado
la fase preparatoria y estuviesen siguiendo ya la carrera. El examen se estructuró en una
sesión de doce horas para realizar los croquis y sesenta días naturales para desarrollar el proyecto
(los tradicionales términos de “repente” y “pensado” desaparecieron entonces de la reglamentación).
Cuando una real orden de junio de 1897 armonizó la organización y el programa de las
enseñanzas de las escuelas de Barcelona y Madrid, ambos centros se equipararon también en este
aspecto y así quedaron hasta hoy.
Los planes de estudios de los que venimos tratando no se aplicaron en las colonias españolas de
América y Filipinas, en las que se expidieron solamente títulos de maestro de obras, como los que
atorgaba la Escuela Profesional de La Habana junto a los de agrimensor, ingeniero civil, profesor
mercantil, piloto y constructor naval. Tras la guerra hispanonorteamericana, los cubanos, recién
estrenada su independencia, decidieron en 1899 reformar esta institución incorporando las enseñanzas
conducentes al título de arquitecto, y lo hicieron por una vía totalmente distinta a la seguida
en la antigua metrópoli, alterando profundamente la tradición propedéutica de ésta al dar al
nuevo título, que aún no contaba con catedráticos para impartirlo, un carácter acumulado a los de
agrimensor y maestro de obras, que si los tenían en activo.
En la Escuela Profesional de La Habana podían entonces alcanzarse el título de agrimensor en tres
cursos. En los dos primeros se enseñaban las bases de física, química e historia natural, la agricultura,
varias asignaturas de matemáticas y el dibujo elemental (lineal en el primer año y de adorno
en el segundo). El tercer curso comprendía topografía, agrimensura teórico-práctica, agrimensura
legal y dibujo topográfico, geográfico e hidrográfico. Para ser maestro de obras se requería la posesión
del título de agrimensor, haber suplementado el último curso de esta carrera con una asignatura
de Geometría descriptiva y sus aplicaciones y superar dos cursos más. El primero de ellos (cuarto
de la carrera conjunta) incluía la Mecánica racional y sus aplicaciones, los Materiales de construcción
y la asignatura de Construcciones de todo género. En el siguiente se enseñaban la
Composición de edificios, la Arquitectura legal y el Dibujo arquitectónico.
Para acceder en la entonces recién emancipada república caribeña al título de arquitecto era preciso
tener el de maestro de obras, pasar un examen de ingreso (en otro establecimiento o en la pro-