Libro Blanco del título de grado en Arquitectura - Aneca

374 ANEXOS
Elementos de dibujo ornamental y el Dibujo de paisaje. De conformidad con el principio de libertad
de enseñanza, el dibujo lineal y el de figura, que en el plan de 1875 no formaban parte de los estudios
especiales, sino que se habían constituido como complemento de las materias cuya superación
en el bachillerato se exigía para acceder a ellos, siguieron impartiéndose, además de en la
“Politécnica”, en donde antes: el primero en la Escuela y el segundo en la Academia en Barcelona,
y ambos en la Escuela en Madrid, y al aprobarse en estos centros convalidaban las cuatro asignaturas
gráficas de los dos primeros cursos politécnicos.
Siguiendo el criterio de búsqueda de exigencia mínima común sentado por la comisión ponente
del plan de enseñanzas politécnicas, la parte más específicamente arquitectónica de los estudios
gráficos preparatorios del plan de 1875 se mantuvo como complemento formativo, configurando
un cursillo paralelo a los tres años de la Escuela General, cuya superación constituía el objeto del
examen de ingreso a la enseñanza especial propiamente dicha. El cursillo se impartía íntegra y
exclusivamente en las escuelas de Barcelona y de Madrid, y estaba compuesto por la “copia de
ornato en fragmentos arquitectónicos de yeso” (los cachos), “copia de detalles arquitectónicos de
diferentes épocas y estilos” y “sombras y perspectiva”, materias a las que en Madrid se añadía el
modelado en barro.
Aunque no era lo previsto en principio, los cuatro años de estudios especiales de arquitectura establecidos
en 1875 permanecieron en vigor durante los seis en que estuvo funcionando la
“Politécnica” en medio de notables dificultades para consolidarse, pues fueron muchos los sectores
que se resistieron desde el principio a las consecuencias de su implantación, empezando por
los centros de enseñanza madrileños y barceloneses implicados. Sólo trece días después de la creación
de la comisión destinada a definir la docencia preparatoria común, la Facultad de Ciencias
de la Universidad Central se dirigió al Ministerio protestando por la pérdida de alumnos que le
esperaba y destacando lo dispendioso de la impartición de las mismas o muy similares materias
en dos establecimientos diferentes. Tres días después de esta protesta, llegó a Fomento otra suscrita
por Elies Rogent.
El director de la escuela de Barcelona abogó por el sistema propedéutico allí aplicado, fruto de la
colaboración entre su centro, la Facultad de Ciencias y la academia de San Jorge y del sometimiento
a las directrices ministeriales de la homologación con Madrid, y pidió que las cosas siguieran
como estaban en la enseñanza de la arquitectura en Cataluña. Ocho días después, la academia
barcelonesa de Bellas Artes solicitó que al redactarse el reglamento de la “Politécnica” se dispensase
de su cumplimiento a las escuelas especiales asentadas en la ciudad (que eran entonces
la de arquitectura y la de ingenieros industriales), apoyándose en un extenso informe en el que se
insistía en los argumentos de Rogent, se defendía el carácter específico de la formación de arquitectos
e ingenieros, se rechazaba la procedencia de nivelar por lo bajo el contenido de las materias
comunes y se resaltaba el derroche que sería para las familias enviar a sus hijos a estudiar a
cien leguas de su hogar.
Estos ruegos acabaron siendo atendidos. En agosto de 1890, un real decreto permitió que los estudios
preparatorios para las carreras de arquitectura e ingeniería industrial pudieran seguirse en
Barcelona además de en el edificio de la madrileña calle del Barquillo en que se había instalado la
Escuela General, encontrado por Miguel Aguado por encargo de la comisión que había presidido