N° 71 - Poder Judicial de Mendoza - Gobierno de Mendoza

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Jurisprudencia de Mendoza
pronunciamiento judicial consistentes
en razonamientos groseramente
ilógicos o contradictorios,
apartamiento palmario de las
circunstancias del proceso, omisión de
considerar hechos y pruebas decisivas
o carencia absoluta de
fundamentación; por el contrario,
consideramos que más allá de su
acierto o error la sentencia se sostiene
en argumentos razonables que
impiden su anulación (Ver LA
90-472; LA 120-363; LS 240-215; LS
276-86; LS 276-96; LS 271-239; LS
270-277; 333-200).
En efecto, independientemente
de lo resuelto en sede penal, para
atribuir culpa exclusiva a la víctima,
liberatoria de la responsabilidad del
dueño o guardián (art. 1113 del CC),
y por lo tanto rechazar las demandas
iniciadas por los padres de un
adolescente de 13 años,
lamentablemente muerto en el
accidente, los jueces de grado han
valorado, sin arbitrariedad, las
siguientes circunstancias: (a) El lugar
del accidente (cruce por parte de la
víctima de la autopista de acceso sur a
la ciudad de Mendoza, vía de tránsito
muy rápido, con separadores de
transito que obstaculizan el paso de
una mano a la otra, que tiene
limitación de ingreso directo desde los
predios lindantes); (b) Las
conclusiones del perito mecánico, que
expresamente señala que fue la
conducta del adolescente, totalmente
imprevisible e inevitable desde que no
terminó el cruce y se volvió sobre sus
pasos, la que impidió al conductor
esquivarlo; (c) La conducta temeraria
de la víctima, de atravesar esa
autopista cuando circulaban muchos
vehículos, a punto tal que los otros
niños que lo acompañaban no
cruzaron; (d) La circulación
simultánea de varios vehículos sobre
la autopista; (e) La existencia de
cruces peatonales en las
inmediaciones.
Frente a estos razonamientos, no
resulta arbitrario afirmar que el hecho
de que el conductor viese previamente
al adolescente y la velocidad impresa
al vehículo, menor a la tolerada en una
autopista, no tuvo incidencia causal
desde que, aunque hubiese circulado a
menor velocidad, el accidente se
hubiese producido igualmente.
La solución a la que llegan los
jueces de grado tampoco se aparta de
la jurisprudencia dominante, que
aunque admite que el peatón distraído
e incluso imprudente constituye un
riesgo común inherente al tránsito,
razón por la cual el conductor de un
automotor, como guardián de una cosa
peligrosa tiene la obligación de estar
atento a las vicisitudes de la
circulación, no pasa por alto que en
circunstancias puntuales cabe atribuir