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justicia política - Biblioteca Digital Universidad de San Buenaventura

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capítulo i • fuentes <strong>de</strong> la teoría <strong>de</strong>...<br />

El hombre teme a las fuerzas <strong>de</strong> la naturaleza. De ahí la confianza en la<br />

Provi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Dios. El hombre sabe cómo su fraternidad con los otros hombres<br />

se ha <strong>de</strong>bilitado a causa <strong>de</strong>l pecado, la pérdida <strong>de</strong> la paternidad <strong>de</strong> Dios. Esto se<br />

expresa cuando leemos en el texto bíblico <strong>de</strong>l Génesis 3,10: Adam estaba <strong>de</strong>snudo<br />

y por lo tanto no podía más ver el rostro <strong>de</strong> Dios. De este modo, una lectura bíblica<br />

nos da el instrumental necesario para interpretar esta pérdida <strong>de</strong> la paternidad<br />

con Dios como el resurgir <strong>de</strong> la violencia y <strong>de</strong> un atentado contra el don <strong>de</strong> la paz<br />

nacido <strong>de</strong>l seguimiento con Dios. Decimos entonces: el temor es la consecuencia<br />

natural <strong>de</strong> la pérdida <strong>de</strong> este modo <strong>de</strong> operar por parte <strong>de</strong>l hombre frente a Dios<br />

(Proverbios 28,1). Es claro que encontramos en este trozo <strong>de</strong> la Biblia el origen<br />

<strong>de</strong> la <strong>justicia</strong> <strong>política</strong> como la búsqueda <strong>de</strong> un nuevo or<strong>de</strong>namiento social basado<br />

en las relaciones <strong>de</strong> paz. Por eso este nuevo or<strong>de</strong>n social no es una consecuencia<br />

<strong>de</strong> la naturaleza <strong>de</strong>l hombre, sino el resultado <strong>de</strong> un convenio, <strong>de</strong> un pacto entre<br />

los hombres. Este es el planteamiento para <strong>de</strong>sarrollar más tar<strong>de</strong> sobre los textos<br />

<strong>de</strong> Duns Scoto.<br />

En términos <strong>de</strong> pecado, esto sería para el hombre un castigo; se le ha infligido<br />

una con<strong>de</strong>na, vive bajo el peso <strong>de</strong> la con<strong>de</strong>na, pero su condición <strong>de</strong> creatura<br />

erecta, como se ha dicho más arriba, lo asemeja a Dios, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> el significado<br />

<strong>de</strong>l pactar, ponerse en actitud fraterna con los <strong>de</strong>más hombres, saliendo <strong>de</strong> la<br />

posición <strong>de</strong> postración a causa <strong>de</strong>l pecado y sobre todo la certeza <strong>de</strong> ser capaz, la<br />

confianza en sí mismo. El castigo infligido al hombre tiene como fin enseñar a<br />

los hombres el sentido <strong>de</strong> la autoridad y <strong>de</strong> la ley. A los ojos <strong>de</strong> los especialistas,<br />

el sentido tomado por el temor supone una evolución en la experiencia <strong>de</strong> fe <strong>de</strong>l<br />

pueblo. Es sabido, a la luz <strong>de</strong> una lectura <strong>de</strong>l texto bíblico, cómo se tiene necesidad<br />

<strong>de</strong> la fe, pues el temor paraliza y vuelve inmóvil; sin embargo, esto es superado<br />

por la acción <strong>de</strong> la fe en Dios, tal como vemos en Salmo 112 (113), 7-8: «El Señor<br />

levanta al débil <strong>de</strong>l polvo, saca al pobre <strong>de</strong> la inmundicia para sentarlo al lado<br />

<strong>de</strong>l príncipe <strong>de</strong>l pueblo».<br />

Existe también una con<strong>de</strong>na directa contra aquellos que se <strong>de</strong>jan vencer por<br />

la cobardía <strong>de</strong>l temor. En Apocalipsis leemos: «En cuanto a los cobar<strong>de</strong>s, a los<br />

infieles, a los <strong>de</strong>pravados, a los impúdicos, a los brujos, a los idólatras y a todos<br />

los mentirosos su parte se encuentra en el estanque <strong>de</strong>l fuego y <strong>de</strong>l azufre; ésta<br />

es la segunda muerte».<br />

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