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Química General, 2000 - Victor Manuel Ramírez

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UNIDAD 1 La energía, la materia y el cambio

Becquerel observó que la película se había velado, pero descubrió que aunque el cristal

no estuviera expuesto a la luz, es decir, que no hubiera fluorescencia, oscurecía

la película fotográfica. En conclusión, los cristales emitían una radiación penetrante

en todo momento.

Becquerel pronto se dio cuenta de que estas radiaciones provenientes del compuesto

de uranio no eran originadas por una reacción química y que al aumentar la

concentración del uranio en el compuesto químico la placa fotográfica se velaba

más rápido que cuando la sal tenía menos uranio.

Observó también que el efecto producido no dependía de los otros elementos que

había en las sales de uranio. Todo esto lo llevó a concluir que las emanaciones uránicas,

como las llamó, eran independientes de la forma química en que se encontrara

este elemento. Era difícil para los científicos creer que del uranio emanaran

radiaciones, pero esto sólo fue el principio: no sabían que todo se complicaría y que

sería aún más difícil explicar los fenómenos que seguirían apareciendo.

Así transcurrieron 107 años entre el descubrimiento del uranio y el hallazgo de que

este elemento emana radiaciones.

Marie Sklodowska Curie (1867-1934), la primera mujer científica de renombre, dio a

este fenómeno el nombre de radiactividad. Determinó que no todo el compuesto de

uranio, sino específicamente su átomo, tanto si se hallaba en su forma de elemento

como si formaba parte de un compuesto, era radiactivo. En 1898 descubrió que el

torio, el metal pesado descubierto por Berzelius, también era radiactivo.

Madame Curie, polaca de nacimiento, llevó a cabo sus investigaciones con la ayuda

de su marido, el francés Pierre Curie, físico notable. Al iniciar sus estudios de un mineral

de uranio llamado pechblenda, ambos se dieron cuenta de que las radiaciones

emitidas por este mineral eran más intensas que las observadas en los compuestos

puros de uranio. De esta forma, Marie Curie empezó a separar por procesos químicos

todos los elementos.

En cada paso del proceso de eliminación, su muestra se volvía más pequeña, pero

se percató de que la intensidad de la radiación emanada era mayor, y quedaba un

producto cuyas radiaciones eran cientos de veces más intensas que las emitidas

por el uranio; observó, además, que dichas radiaciones eran capaces de atravesar el

papel, la madera y hasta las placas de metal.

Este producto contenía un elemento químico desconocido hasta entonces, que los

Curie identificaron a mediados de 1898 y llamaron polonio, en honor de la patria de

Marie. Una vez separado el polonio de los residuos del mineral, éstos seguían emitiendo

radiaciones, por lo que los esposos Curie concluyeron que debían contener

aún otro elemento diferente al polonio y al uranio, pero con la misma propiedad de

emitir radiaciones. Siguieron separando de estos residuos las fracciones de material

que no despedían radiaciones de aquellas que sí lo hacían.

Finalmente, encontraron, en el mismo año, el elemento desconocido que era la fuente

de las radiaciones misteriosas y lo denominaron radio. A esta propiedad que poseen

el radio y otros elementos inestables, Marie Curie dio el nombre de radiactividad.

Figura 1.132

Marie Sklodowska Curie y su esposo

Pierre Curie.

1.3.2 Rayos alfa, beta y gamma

Cuando se lleva a cabo una desintegración nuclear se presentan emanaciones de

partículas a grandes velocidades, lo que se denomina radiación. Entre los distintos

tipos de radiación tenemos los siguientes:

Partículas alfa (~): Son núcleos idénticos a los del helio (2 protones 12 neutrones),

relativamente pesados y de carga positiva. Al emitirlos, el elemento cambia:

el uranio se vuelve torio, el torio se vuelve radio, hasta concluir en el plomo y el

talio. La pérdida de partículas de su núcleo tiene un efecto revolucionario sobre

el átomo radiactivo. El uranio, por ejemplo, deja de ser uranio para convertirse en

otro elemento: el torio. La diferencia entre los materiales básicos del universo (elementos)

reside justamente en la cantidad de protones que contienen, y cuando

Grupo Editorial Patria

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