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El César vs. el Estado

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ápido vistazo a la nevera— coger un pedazo de chocolate, es porque<br />

sabe que esa sustancia la va a reconfortar. La razón por la que necesite <strong>el</strong><br />

consu<strong>el</strong>o es algo en lo que su atención no repara. O sea, existe una<br />

r<strong>el</strong>ación causa-efecto evidente aunque sus víctimas sean subconscientes<br />

de sus prefijadas reacciones. ¡Qué perversa es Matrix! ¿Tiene solución?<br />

—No tener chocolate en la nevera.<br />

—Me refería a Matrix pero bueno… —comentó <strong>el</strong> escudero—. ¿Tan<br />

poderoso es <strong>el</strong> subconsciente como para tener que desterrar sustancias<br />

para «no caer en la tentación»?<br />

—Pregúntas<strong>el</strong>o a los drogadictos, a los alcohólicos, a los obesos, a<br />

los impertinentes, a los abusones, a los corruptos y en general, a<br />

cualquiera que no sea capaz de controlar sus reacciones egónicas, o sea,<br />

pregúntas<strong>el</strong>o a cualquier sapiens. Como no nos vamos a perder en <strong>el</strong><br />

aparatoso radio de acción d<strong>el</strong> ego, la manera más fácil de evitar la<br />

inexorable reacción de un subconsciente falto d<strong>el</strong> consu<strong>el</strong>o sintético es<br />

no tener esa sustancia artificial a mano; así, cuando <strong>el</strong> ego quiera<br />

reconfirmar su absoluto control sobre la consciencia, se encontrará con<br />

que <strong>el</strong> veneno que le causa <strong>el</strong> alivio no está. En pocos días se mitiga esa<br />

microparte concreta d<strong>el</strong> descontrol general y <strong>el</strong> sapiens se puede sentir<br />

satisfecho de haber superado una de sus infinitas y descontroladas<br />

adicciones.<br />

—¿No sería más sencillo olvidar la existencia de esa sustancia<br />

venenosa y adictiva? —preguntó <strong>el</strong> ingenuo escudero.<br />

Como en otras ocasiones, no hubo respuesta. Hay silencios, decenas<br />

de silencios, que sólo los caballeros sabrán <strong>el</strong> porqué los mantienen. Hay<br />

repuestas, decenas de respuestas, que sólo los caballeros sabrán por qué<br />

no las responden. Entre <strong>el</strong> chocolate y <strong>el</strong> «no caer en la tentación»…,<br />

líbranos señor de todo mal. Queremos imaginar que cualquier<br />

civilizombi sabe que Suiza, ese enigmático, acaudalado y cronométrico<br />

país, se encarga de exportar chocolate a diestro y siniestro. Las marcas<br />

chocolateras de mayor prestigio mundial tienen alguna r<strong>el</strong>ación con<br />

«Made in Suiza». También deberían saber que a los guardias d<strong>el</strong> Vaticano<br />

se les llama Guardias Suizas y seguro que también saben dónde se<br />

fabrican los r<strong>el</strong>ojes más precisos y famosos d<strong>el</strong> mundo. Pero si los<br />

sapiens lo saben todo, ¿para qué nos estamos metiendo tanto curro? [Ver<br />

La Odisea de Claro: Astérix en H<strong>el</strong>vecia.]<br />

Esta pregunta está en <strong>el</strong> filo d<strong>el</strong> pasotismo radical así que este<br />

narrador no va a dejar ni a la Luna cuasi llena que justifique <strong>el</strong> tirar la<br />

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