El César vs. el Estado

Pero esto no tiene nada que ver con que mi paciencia se termine y no
tengo por qué hablar con usted así que váyase a tomar por…
—¡Téngase señor bombero que todavía no se ha resuelto el entresijo
de las cámaras ocultas!; no se deje dominar por el ego que es lo que va a
impedir que nos entendamos y serene su lengua antes de que los insultos
le transporten a los infiernos. Estaba tranquilamente sentado y
refrescado junto a mi maestro cuando a su aburrimiento se le ha ocurrido
menear este artilugio unos metros de aquí para allá; seguro que como
tantas otras cosas, este embeleco autopropulsado no existe en la realidad
real pero ¡qué fastidioso es aquí y ahora! Como no encuentro sentido a
esta acción pero es enormemente molesta y altamente contaminante, es
por lo que me he animado a preguntarle qué hace. ¿No nota el CO 2 que
apesta el aire ni escucha la sirena que se impone a las aves?
—No entiendo lo que está pasando —observó el bombero
nervioso—. Seguro que un colega ha apañado este montaje con un
Programa de la tele que es el responsable del lío; usted debe de ser uno
de los desesperantes anzuelos que ponen para que te lo tragues todo. Así
que voy a tomármelo de cachondeo para que cuando salga en la tele,
nadie pueda apreciar mi despectiva reacción.
—Señor bombero, no necesito hablar de las apariencias porque ya
no es necesario saber que en Matrix, hasta los instintos son aparentes.
Más bien quería preguntar por la emisión de ruidos y de gases. ¿Es
consciente de lo que está haciendo?
—Es mi trabajo —se defendió el conductor.
—¿A qué trabajo se refiere, al de bombero o al de conductor?
—Ahora tienes que saber hacer muchas cosas para trabajar porque
hay que ahorrar mano de obra al sistema para que haya paro. Lo que no
ha quedado resuelto con esta medida es lo que puede pasar si hay que
estar con la manguera en la mano y mover el camión a la vez.
—¿Reconoce que el ruido embota el entendimiento y que los gases
de efecto invernadero colapsan la Atmósfera?
—No me venga con charlas ecologistas que el horno no está para
bollos.
—A eso me refiero.
—¿Al paro?
—¡No!, a la extinción.
—¿Pero de qué me habla? ¿Usted trabaja, tiene coche, una casa, se
entretiene, hace turismo… o está parado?
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