El César vs. el Estado

—Mira, Sancho, que tienes el más corto entendimiento que tiene ni
tuvo escudero en el mundo. ¿Que es posible que en cuanto ha que andas
conmigo no has echado de ver que todas las cosas de los caballeros
andantes parecen quimeras, necedades y desatinos, y que son todas
hechas al revés? Y no porque sea ello ansí, sino porque andan entre
nosotros siempre una caterva de encantadores (Bilderbergs, Illuminatis)
que todas nuestras cosas mudan y truecan y les vuelven según su gusto y
según tienen la gana de favorecernos o destruirnos; y así, eso que a ti te
parece bacía de barbero, me parece a mi yelmo de Mambrino» y al
caballero Alcor le parecerá la Corona de Austria en España. ¡Ya sé
porqué te enrollas tanto Sancho, porque no quieres caminar!
—Es que echo de menos al pollino —se dispersó el escudero.
—O echas de más a tu modorra —denunció el caballero—.
Sabiendo que estar estamos y que nos gusta andar ¡pongamos en marcha
la Odisea para que pueda alguna vez parar! Deja que el acomodo de los
personajes sea caminando que es como mejor lo haces. Para entonarte,
podría preparar el zumo de hierbas revitalizantes.
—«Ruégole a vuestra merced que no se acuerde más de aquel
maldito brebaje; que en sólo oírle mentar se me revuelve el alma, no que
el estómago». Mire que ayer nos fuimos a la cama en ayunas y ¿hoy nos
vamos a levantar igual?
—Si no quieres poción, ¿para qué desayunarse, con lo bien que se
come nada, lo sano que es y lo fácil que se prepara? Ayer evocabas a los
luceros del alba y al sonido…
—Eso habrá sido esta mañana —interrumpió el escudero
disgustado—. Recuerdo que ayer trasnochamos con la conversación de
nuestra escapada in extremis y que ha durado hasta la madrugada.
Aunque el sol no se ve desde esta hondonada, ya estará por encima del
horizonte. Imagino que lo que hemos dormido habrá sido entre la
madrugada y el amanecer, o sea, casi nada; por eso me encuentra tan
apalancado; ni siesta nocturna se puede a esto llamar.
—Como tu razonamiento es lógico —aclaró el caballero— se va a
dar por válido; pero entiende que hoy, ahora, este instante, será infinitos
mañana para todos, por eso da igual si fue ayer o está siendo siempre.
—¿Cómo no voy a saber que el tiempo no existe si por las mañanas
tengo que pensar si se está imprimiendo El Quijote o se está celebrando
su cuatrocientos cumpleaños?
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