El César vs. el Estado

mejor ni indagarlo porque ahora no existen las pruebas de ADN que den
autenticidad, que no realidad, a las paternidades. [Ver Alex Raider:
Operación Stormbraker.] Pero si voy a alcanzar el gobierno de la ínsula de
Barataria como él consiguió el mando de la Liga Santa, bien merece la
pena los duelos y quebrantos que padezco por vuesa merced. A decir
verdad, si después de tantas desventuras todavía no he alcanzado el
gobierno de la esperada isla, ¿será porque lo que no sucede en el presente
jamás se alcanza en el futuro o sería porque lo del color azul de la sangre
del de Austria es tan invento como lo de Barataria y todo lo demás?
—Para tener el ingenio tan achatado haces preguntas oportunas. Si lo
miras con rigor histórico, en este caso es primero la gallina que el huevo:
primero es Juan de Austria y después Disney, aunque el cuento sea
siempre el mismo: sapo se convierte en príncipe. (Ver La Cenicienta o
Shreek.) Los cuentos se utilizan para facilitar la promoción de ciertas
limitaciones en la psique sapiens.
—¿Se refiere a la monarquía? —preguntó prudentemente Sancho.
—Por ejemplo.
—En vez de alucinado, parece que se ha rallado con «por ejemplo».
—Si necesitas más testimonios «científicos» para corroborar el
control que los dioses ejercen sobre los sapiens desde que son
pequeñitos, pregúntaselo al dr. Freud al que conocerás en el transcurso
de nuestra Odisea.
»La monarquía es solamente una de estas sugestiones manejada en la
realidad de Matrix de todos los tiempos de Civilización, es un invento
más para pastorear a los sapiens. ¿Dónde dejó dios escriturado que una
de sus pequeñas posesiones, España, tenía que ser heredada por los
Austrias y después por los validos, para recaer finalmente en los
Borbones? ¿En qué sentido común cabe que los reyes son los herederos
directos de dios, o sea, que el príncipe Felipe (IV) [¡no VI!] sea el
tataratarataratataranieto de dios?
—En ninguna parte responde a la primera interrogación y en ningún
sentido común a la segunda —se repitió el escudero sin percatarse de lo
retórico de las preguntas.
—Como dices, el juicio es lo que embota tu entendimiento y la
esperanza lo que anula tu conciencia. Si a estos dos patrones les añades la
absolutoria penitencia, entenderás el porqué del letargo mental que
atrofia la percepción de la realidad real. Olvídate de los juicios y deja que
el ingenio vuele a sus anchas. No seas impaciente porque para conocer la
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