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El César vs. el Estado

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»Son los efectos de la poesía que rima sola o en compañía. Como le<br />

iba diciendo, ese capullo de rey llamaba a la bizca princesa de Éboli «la<br />

hembra», y todos le aplauden la gracia sin que nadie se meta con él.<br />

—La Éboli era tuerta y no bizca —corrigió la presidenta más iletrada<br />

que una vaca en un garaje extraviada.<br />

—La duquesa de Pastrana, Ana Mendoza de la Cerda —situó Sancho<br />

con rigor lejos de palabrería típica de su señoría—, aparte de cegata no<br />

era tuerta sino bizca y muy coqueta. Se tapaba su estrabismo con un<br />

toque de misterio que la hacía más atractiva desde <strong>el</strong> rey hasta Escobedo,<br />

pasando por Antonio Pérez y de postre por su marido.<br />

—¿Pero si dicen de esa licenciosa que perdió un ojo en un combate<br />

de esgrima con su esposo… bueno, dios sabrá con quien?<br />

—También dicen que las Torres trim<strong>el</strong>as cayeron por las<br />

consecuencias d<strong>el</strong> impacto de un avión y lo hicieron a consecuencia de<br />

una demolición controlada —bombardeó Sancho—. ¿Qué piensa usted?<br />

Al ver la cara rancia que se le ponía a la señorona d<strong>el</strong> Clubderberg,<br />

Sancho se comportó torticeramente y viendo que no quería responder,<br />

continuó con su canción como si nada.<br />

—Fíjese en <strong>el</strong> rancio abolengo de la señorita —siguió <strong>el</strong> escudero<br />

con la señorona—, que se enfrentó a Teresa de Ávila, que usted<br />

conocerá como santa y de Jesús, porque quería ingresar en uno de los<br />

conventos Carm<strong>el</strong>itas de Pastrana imponiendo las condiciones a la madre<br />

superiora. Al tratarse de otra como la de Calcuta, que calladitas eran pero<br />

¡qué ovarios de mujer!, se encontró con una monjita que era de armas<br />

temer. La monja mandó a la princesa, y sólo por ser correcto, al quinto<br />

carajo de otro pueblo y la hembra la correspondió escribiendo un lib<strong>el</strong>o<br />

sobre la santa de no sé qué credo. Su b<strong>el</strong>leza y seducción le valía con los<br />

tíos pero ante una mujer de tronío, se las puede meter por <strong>el</strong> higo.<br />

Voluble, fascinante, manipuladora y vengativa, vamos una psicópata<br />

empedernida como la mayoría de sus señorías, terminó confinada en su<br />

palacio de Pastrana que al parecer de algunos presentes, más parecía una<br />

casa de… ¿qué palabra quiere que utilice señoría? Para que rime podría<br />

utilizar marranas pero puede que la gente se despiste y no sepa de la tipa<br />

con la que estamos hablando.<br />

—Por tantas salidas como tiene —precisó la presidenta arisca<br />

fríamente—, se le podría llamar <strong>el</strong> escudero respondón. Dejemos la<br />

parida y las bravas mujeres para más ad<strong>el</strong>ante, y conteste a cuándo van a<br />

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