El César vs. el Estado

al corriente de que los paternos eran magníficos catadores de vino. De
casta le viene el galgo. Después de que pasara un rato en el que no se
sabe si don Quijote no habló o no fue escuchado ni si el abuelo de
Sancho existió, el escudero volvió de su historia y esto fue lo que dijo:
—Mi señor, pare un poco que el viento que arrecia desde hace un
rato trae el ruido del tráfico de la N-II y no me deja escucharle bien.
—¡Qué forma más sutil de decir que me calle! —percibió don
Quijote sorprendido como cuando te castigan con un chasquido sin el
final del déjà vu—. ¿Se te estará contagiando la repipiez de los dioses?
—Entre el compendio de coincidencias estelares, temporales,
familiares, geográficas y taras anatómicas del caballero Alcor, y los
reincidentes calderones de silencio que le dan, bien está que descansemos
y que disfrutemos del paseo; a usted se le arreglará la memoria del disco
duro y yo podré estar. Da la impresión que ha tenido una concatenación
de déjà vus y por su rostro parece que los ha transmitido. ¡Qué experiencia
más intensa! Cuando yo tengo un déjà vu, olvido instantáneamente lo que
sucede durante su transcurso y sólo recuerdo haber estado en la paz
absoluta mientras que me pasa no sé qué. Sin embargo, vuesa merced los
enlaza con una maestría atemporal.
—Hay instantes de la vida en los que la vida pasa muy rápida
—reflexionó don Quijote—. A veces he intentado imaginar qué sentiría
el aljamiado Cide Hamete que conserva unos conocimientos que si en el
2005 son extraordinarios, en 1605 eran más que divinos. A veces intento
imaginar qué siente el andalusí Caballero Alcor con unos conocimientos
que si en 1605 son «divinos», en el 2005 lo convierten en un civilizombi
rehumanizado, un rebelde que ha recuperado la visión y el único que lo
expresa públicamente. Existimos otros pero cada uno tiene sus motivos
para permanecer invisible y exiliado, es decir, protegido de los dioses de
Matrix en el Multiverso paralelo. Ayudado por mi existencia
multidimensional, intento compartir qué concibe, qué conmueve, cómo
canaliza su energía o cómo entiende la existencia corpórea el Caballero
que me liberó y que me regaló el presente más inolvidable que se pueda
hacer: los saberes que después darían como fruto no sólo El Quijote, Julio
César, Macbeth o La Numancia, sino que ahora puedo seguir narrando
nuestra «póstuma» salida gracias de nuevo a la caballerosidad del
Caballero Alcor que permite la utilización de El César V5. 3l Est4do para
descubrir mi realidad. ¿Tendrán los dioses a alguien que dé la cara por
ellos?
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