El César vs. el Estado

que comiencen a conocer este reorganigrama reaccionan sin complejos
personales, aceptarán en buena hora que mi subconsciente esté tan
pulcramente cincelado; los que no quieran reconocer nada, pueden seguir
viviendo dentro de la caverna junto a las adoradas sombras de sus
trogloditas. Un rebelde no puede temer al ego porque sabe de antemano
que va a reaccionar a la defensiva, tanto si interpreta que digo más cosas
de las que debía porque se supone que no las debo saber, como si se les
transmite resumidamente la realidad real: ¡Nos estamos extinguiendo!
porque se supone que no lo quiere saber.
—¡Joder Sancho! A veces te defiendes como gato panza arriba.
—No acuda tanto a las citas del subconsciente si no quiere
arriesgarse a que sus admiradores dejen de verlo tan inmortal. Citar
tantos estribillos es la confesión más confesa de estar infectado por el
ego embutido en el pensamiento único civilizado. A lo mejor es usted el
que se toma algunas cosas de manera personal, reacciona a la defensiva y
proyecta su inseguridad sobre los lectores que sí pueden estar
perfectamente enterados y encantados con todo el conocimiento que se
les está viniendo encima.
»¡No, admita mi disculpa!; ya sé que usted es el que conoce a los
civilizombis y las limitaciones que acarrean con sus complejos absolutos.
Quiere ser muy pedagógico con todos pero es que hay cosas que a mí me
pasan y no necesito el permiso del ego de los lectores ni del transcriptor
para manifestarme como aparezca en el guión. Bastante tiempo he
estado atrapado en unos anodinos renglones diciendo todo de manera
políticamente correcta, como para que también tenga que morderme el
lenguaje «en un estado social y democrático de Derecho», imagino que
aconfesional y que defiende la libertad creativa entre los veinte primeros
artículos de una Constitución de casi ciento setenta; tendrá que ser
importante esta libertad artística si ocupa un puesto tan principal. Ahora,
nuestras experiencias no necesitan pasar por el filtro de la santa censura
inquisitorial.
—¡Ya veremos! Ten muy claro que tú no vas a pasar por las manos
de ningún Tribunal pero deberías de transmitir tu seguridad al caballero
Alcor que es el que va a dar la cara por todos.
—Imagino —continuó Sancho sin reparar en advertencias—, que
algunos doctores considerarán que citar oraciones subconscientemente
sin saber la fuente de inculcación puede parecer irreal, un fallo en la
transcripción de la Odisea. Cuando esto les suceda y quieran averiguar
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