El César vs. el Estado

en vez de irse a casa
tomarse una cerveza más
para después en el cine entrar.
Al otro lado de la plaza
hay tres salas de cine
que el nombre del gran cardenal
tuvieron cuando no había crisis.
Allí fueron nuestros currantes
sin saber lo que iban a hacer
porque lo dañino de estar borracho
es que se va la cabeza mogollón.
Estaban un poco pispados
de chutes de alcohol blanco
y sin saber bien el porqué
la entrada han comprado
a lo primero que han acertado.
No tenían ni pajolera idea
de la peli que iban a ver
pero como les gusta mucho el futuro,
el subconsciente les ha guiado
donde su atención les ha llevado.
El guión del film realmente
es de rabioso presente
pero lo presentan tan camuflado
que el más listo es un despistado.
A ver Matrix se han metido
los dos sudamericanos
por los comentarios que hacían
y el tono con el que discutían,
el uno era colombiano
y el otro seguro que argentino.
Si el uno alardeaba orgulloso
de su fútbol ¡ché! y selección nacional,
el otro se pavoneaba hinchado
del narcotráfico internacional.
Aunque eran amigos de tajo
y de Madre Tierra coterráneos,
inmigrantes desempapelados
o sin papeles para otros,
escucharles hablar al volumen
desmedido con que se gritaban
podría parecer que era
una trifulca muy conflictiva
en vez de una tarde de juerga
solidariamente compartida.
El chovinismo aparece
sin que se enteren los que lo esgriman
y así no se puede hablar
ni del tiempo ni de tonterías.
Al empezar la película Matrix
su sensurround se silenció
muy afortunadamente,
comenzando un argumento
que sus mentes pispadas de alcohol
es difícil que lo pillen al vuelo
porque hay que estar concentrado
en vez de emborrachado.
Poco después de comenzar
a vomitar imágenes santas
que salen de una sábana blanca
sin que nadie sepa el porqué,
otros espectadores que habían
aterrizado de pronto en la sala,
se pusieron a hablar tan alto
que los sudamericanos increparon
sin cortarse un cacho.
Para eso tienen sus derechos:
para que no molesten en la sala
y para estar borrachos también.
Así los dos metecos
en dipsonante coro se unieron
para soltar berridos y tacos
que se dicen igual en su idioma.
En otro lugar de este tocho
aparecerán por causalidad
los palabros que esos tíos
soltaron a la pareja inmortal.
Sin dar la oportunidad a escuchar más palabras, el escudero cogió las de
Villadiego. Algunos no diferencian la Ley de la Atracción de la Ley del
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