El César vs. el Estado

—¡Glupp! —se escapó de la presidenta.
—Le voy a decir incluso más; sé que hay gente que opina que el
único trazado posible para la vía del AVE es a través de esa submeseta
alcarreña porque si no, y aquí no se aclaran, o no hay espacio para pasar
el trazado por el corredor o sería muy caro expropiar los terrenos de los
ciudadanos. Si fuera así ¿por qué no prescindieron de la estación? En
cambio, la psicopatía gubernamental pergeñó: ¿Para qué de repartir las
plusvalías entre muchos y llevar la vía por donde la iban a poder utilizar
muchos, con lo bien que se paga a uno solo y que la utilicen 15 sólo?
»No se la puede acusar de nada pero está bajo la sospecha de
millones de ciudadanos y de al menos, dos inmortales. Quizá, cuando
lean la transcripción, los millones serán muchos más. Ya ha visto que sé
lo de la Micaela, ya ha visto que sé lo del trazado, pero no se olvide de
que también sé que están corruptos hasta más allá de donde yo no sé ni
parece saber que nadie.
—¡Gluppp! —se le escuchó a la presidenta.
—Suya es la palabra señora —decía Sancho en vista de que la otra no
hablaba.
—Parece que va a llover —salió la ilustre presidenta.
—Como veo que quiere cambiar de tema, aprovecharé para decirle
que desconozco si el César pudiera ser un putero o si era todo lo
contrario; tampoco sé la relación exacta que mantuvo con Cleopatra, una
mujer muy hábil que «hizo de todo» para que la fuerza imperial
hegemónica no arrasara a su decadente pueblo. ¿Le gustaría a usted
sentir ese poder o se conforma con choriceos menores?
»Pero lo que sí sé es que la mujer del César que no sólo tenía que ser
honesta sino además parecerlo, fue Pompeya, como el nombre de la
ciudad que el Vesubio «enlavó» para la posteridad. Unos construyen
Medina Zahara y otros la ciudad de Pompeya. De ninguna queda ni raspa
ni cloaca y no sé qué será del amor que por sentirlo de esas concretas
mujeres, emperador y califa enloquecieron.
El verbo de la presidenta, que en tantas ocasiones parece saltarín y
risueño, estaba autoencerrado en una jaula de la que sólo por protección,
no quería escapar. ¿No quieren paridad? ¿No quieren Tengo una pregunta
para usted? Sancho Panza es un habitante con los mismos derechos
constitucionales que todos sus hermanos, sean escuderos o sean
ciudadanos, que cumplan sólo una particularidad: que no estén
acojonados. Habla con total igualdad con la casta de corruptos que, sólo
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