El César vs. el Estado

escribiremos estotro. Se recordará que Felipe II estaba sin un duro y por
mucho que quisiera quitarse el muerto de encima, no podía mandar a su
hijo don Carlos a curarse de cuartanas a ninguna costa marina de las que
poseía el Imperio Hispano ni en la península. «A falta de otra mejor
solución y ante la evidencia de la imposibilidad de alejar a don Carlos de
Madrid a toda costa, decidióse Felipe II por Alcalá de Henares, pequeña
ciudad situada en una tranquila región sobre el Henares, río que discurre
en medio de una feraz (fértil) llanura llena de floridos y vastos jardines».
Hace 400 años, la región del Henares se vestía así; desde este mirador, se
puede comprobar ahora cómo se ha desnudado la florida piel de Madre
Tierra en este lugar de la Mancha. ¿Cómo es posible que hayan
desaparecido? Los ha destruido El Progreso. ¿Estará pasando como en
Babilonia, que de tener los Jardines Colgantes más famosos de la
Historia, la evolución del bienestar los ha convertido en Tormentos del
Desierto?
Sabiendo cómo estaba el entorno 500 años antes de ahora durante la
hegemonía del Imperio Hispano, lo que reza el cartel es una leyenda que
cuenta la primera vez que un civilizado puso el pié en este lugar. Al
parecer, 2.500 años antes de que el primer civilizado pusiese un pié en la
luna, en la cima del Cerro del Viso de san Juan se estableció un
asentamiento de carpetanos (celtíberos). Antes, este lugar de la Mancha
cuyo nombre no necesito recordar, debía ser tan paradisíaco como todos
los sitios antes de ser civilizados. Las monedas del denominado Tesorillo
del Cura parecen sugerir que antes de la mencionada caída de Numancia
hacia el año 80 a.C., las legiones del Imperio Romano habían ocupado las
ciudadelas de san Juan del Viso y el castro del Salto del Cura, cercanas a
Alcalá. Según parece, la Pax Romana amparó el traslado de la ciudad del
cerro al valle creándose un nudo de comunicaciones que unía las cuatro
vías principales, la vía Augusta Emérita con la Cesaraugusta cruzándose
en el puente de Zulema con la vía que unía Complutum con Cartago
Nova. Añade el cartel que los cazadores africanos alados que hibernan en
latitudes más meridionales, vuelven a estos parajes en primavera. A
menos que se esté muy, pero que muy cegato, se puede afirmar que de
los abejarucos «africanos» no queda ni el rastro.
Desde el mirador se tiene una amplia perspectiva de la meseta
manchega que si se utiliza como muestra y se observa con visión real, no
con ceguera, las conclusiones que se pueden sacar superan a la nostalgia
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