El César vs. el Estado

tele, el del ocio, el del negocio, el de las ilusiones, el de los problemas, el
de las conversaciones… junto a una batería de cosas que impiden que la
conciencia realice su examen y que se disuelva, amontonando y
superponiendo los desatinos. Para que no se pierda entre la batería de
acosos se subrayará la confesión, el sacramento por donde «El Sistema»
encauza la obtención del perdón a través de la penitencia que nada tiene
que ver con el que se necesita del receptor directo del maltrato. Como
dice don Quijote, la ahimsa transforma cuanto toca. Una confesión pura,
acompañada por la promesa de no volver a pecar jamás, hecha a quien
deba recibirla, es el tipo más puro de arrepentimiento. Muy lejos de ello,
se consigue de muchas maneras que la persona que provoca la herida no
reflexione con suficiente sosiego lo que ha hecho y desde los detalles más
insignificantes hasta las decisiones más siniestras, se perpetúa la infamia
con total impunidad casi subconsciente.
La actitud que mantiene el capataz Ánsar con respecto a la guerra de
Irak es un claro ejemplo de civilizombi que no es capaz de dejar que su
conciencia reflexione; ahora sabemos que nadie le va a prohibir que la
disipe con el vino antes de conducir. ¡Qué angelito! Ha descubierto él
solito la pócima con la que los dioses acallan la conciencia de los esclavos
desde hace miles de años.
No han pasado 24 horas
desde que la ha armáo este tío
y prepárense para escuchar
porque ¿la puede volver a cagar
o no tendrá glándula pineal?
Como pasa muchos sábados
se celebra un derby importante
y acudir al campo o a un bar
es algo esencial en Matrix.
Se habían comprometido
a pasar la tarde unidos
porque el niño estaba enfermo
y no era plan mandarlo a paseo.
¿Entonces que va a pasar?
Lo que todos se pueden imaginar:
que ha pergeñado una mentira
para tener la excusa divina.
¿Qué excusa tiene el marido
para darse tan fácil el piro?
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Pues que tiene que dar un presupuesto
tan urgente y tan recompuesto,
y ahora que están con la crisis
no lo pueden ¡por dios! despreciar.
La esposa está escamada
porque ya se las sabe todas
a fuerza de tanto mentir
se conoce todas las mentiras.
Se ha hecho un poco la tonta
porque tiene un plan B
que quizá porque no se sepa
o por la cuestión que sea
no nos vamos a entrometer.
Tal y como marcha el mundo ahora
mentir es de lo de más habitual;
pregunten al capataz Aznar,
y esténse pero que muy al loro
con las armas de destrucción masiva
y cara que se le pone de Pinocho.