El César vs. el Estado

—Oiga ¿está usted bien? —contestó el bombero sorprendido.
—¿No es este el trato que se da a la marina castrense?
—¿Me está vacilando o qué?
—¡No vacilo! He resuelto conocer la realidad de Matrix y el primer
entuerto que tengo que desfacer es este.
—¿Y de qué se trata señor Sancho Panza? —preguntó burlonamente
el bombero.
—¡Entonces me conoce! —festejó Sancho—. Quiero saber el
porqué de sus acciones que perturbaban el silencio que no escuchaba y
apesta el aire que sí respiro.
—¿Por qué me habla de esa manera? ¿Es para un programa de
cámara oculta de la tele o qué? ¿Dónde están escondidas las cámaras?
—Conozco la existencia del Programa Smith, del Programa
Echelon, del Programa NORAD y del Programa Civilización, pero
desconozco el Programa Cámara Oculta; estará relacionado con el estado
policial que se vive en estos tiempos. Mi maestro me ha persuadido de la
exagerada vigilancia de civilizombis porque los dioses temen una
rebelión y se inventan mentiras y masacres para inspeccionar con lupa a
sus esclavos; pero no creo que haya mayor interés en controlar este
encuentro.
La sospecha de que se tratara de una broma típica de guiones de
telerecursos con cámara oculta, hizo que el bombero empezara a guardar
las apariencias. Se sabe que no se puede tratar a la gente con severidad
porque no sólo es la consecuencia directa de la inseguridad del ego sino
porque si apareces por la tele comportándote como un mamarracho, los
espectadores pueden comprobar el talante real con el que se manifiesta el
susodicho ego. Así se rebajó provisionalmente la tensión y continuó la
charla.
—Señor escudero —dijo irónicamente el conductor— no soy
militar, soy bombero. Estoy aquí porque tengo que estar aquí si quiero
vivir; esperamos la aparición de un incendio para apagarlo. Como estos
pinares conforman el entorno idóneo para la propagación del fuego, La
Comunidad ordena que estemos vigilantes y a la espera para actuar.
—¿Y no sería más fácil evitar el comienzo del fuego?
—¿De qué me está hablando? —preguntó el bombero que volvía a
alterarse—. Los políticos son los responsables de los incendios por
acción u omisión y contra esos no se puede hacer nada; llegan al
gobierno para estar sobornados, trapichear con censos e insalivar fama.
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