El César vs. el Estado

—Para que conozcas el mundo que ha sido puesto ante tus ojos
para ocultarte la verdad.
—¿Qué verdad?
—Que eres un esclavo, Sancho. Igual que los demás, naciste en
cautiverio, naciste en una prisión que no puedes saborear, ni oler,
ni tocar, una prisión para tu mente. Has de verla con tus propios
ojos y escucharla con tus propios oídos a través del más divino de los
mundos: ¡El Mundo Audiovisual! ¡Ah! y soportarla con la mente.
—Lo anuncia como si fuera ¡El retablo de las maravillas!
—Más o menos.
—O sea, que el mundo audiovisual es tan de mentira como el del
retablo, ¡pues menudo fiasco! En fin, ¿es divina o es subconsciente la
relación numeral entre tres letras/cinco palabras?
—Quizá sea una casualidad.
—Ni me lo aclara ni me va a pillar en este renuncio tan simple. A
estas harturas, todo el mundo sabe que la casualidad no existe ni en
Matrix. La verdad es que carecemos de todo dominio. ¡La
causalidad!; no podemos escapar de ella, somos sus esclavos
eternos. Nuestra única esperanza, nuestro único sosiego está en
comprenderla, comprender el porqué. Fíjese los adelantos que hace
mi sutileza numerológica que ha sido capaz de percibir que los dioses
resumen en cinco, las formas de sentir cómo Matrix nos rodea:
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1. Puedes verla si miras por la ventana;
2. al encender la televisión.
3. Puedes sentirla cuando vas a trabajar,
4. cuando vas a la iglesia,
5. incluso cuando pagas tus impuestos.
»Aparte de esto, no creo que los civilizombis puedan dedicar tiempo
diario a otros menesteres como para disfrutar de la vida desconectada;
mientras que están realizando cualquiera de estas actividades o piensen
en ellas, están conectados a la señal de Matrix; ¡Que nadie lo dude! Si
todo es causal ¿qué me ha querido decir un rebelde con que tenga
cuidado?
—Literalmente, he dicho que controles la expresión de tu
subconsciente para que no cite más allá de lo creíble —aclaró el
caballero.
—Me temo que quien se ha expresado ha sido el ego que le obliga a
predecir: los lectores se van a mosquear si suponen que cito demasiadas