El César vs. el Estado

—Nos hallábamos en lo más interesante —respondió el rey—. Sobre
el tablero de ajedrez teníamos colocados reyes y caballeros, sheriff y
alfiles y por supuesto, los peones.
—Querrá decir torres y alfiles —corrigió el presidente.
—También hemos hablado de la demolición de las Torres pero no
vamos a mezclarlo todo a la vez ¿no? —ironizó el rey.
—Pues ¡cuénteme!
—El sheriff es Bush y los alfiles son Blair y su antecesor Ánsar
—aclaró el rey—. En cuanto a la casta de validos chorizos y corruptos
sobre los que descansa la Paz de la Corona, no sé si serán los peones o
las aforadas torres; para terminar la componenda, póngase a los
ciudadanos en el papel que quede libre de peones o torres.
—¿Y los reyes? Perdone majestad, ¡qué pregunta más tonta!
—¡A un lado Alfonso VI y el Cid! —recitó el rey gesticulando—, ¡al
otro Carlos V y Padilla, Bravo y Maldonado! que para ser tres, no se
parecen en nada a sus señorías… ¡y allá a su frente, Estambul y la
Comunidad Económica Euroasiática!
—¿Quién ha ganado la partida?
—¡China! ¡No querido valido, era una broma! (Je, je, esperemos a
que se manifieste «el ganador» para saborear la broma). Todavía estamos
viviendo la justa en la que no debe haber perdedores.
—¡Majestad! —dijo don Quijote—. Concrete más el diálogo porque
la dispersión del presidente puede pasar por encima de todo sin darse
cuenta de nada.
—¿Por dónde empezar a hablar con quien de nada se va a enterar?
—Pruébelo por algún punto —susurró don Quijote— y comprobará
lo que da de sí. Si demuestra que por un lado no entiende, cambie de
tercio hasta dar con el adecuado.
—¿Es que si no acierto por ninguno?
—¡Inténtelo que seguro que nos sorprende! —alentó el caballero.
—¿Es usted un okupa de la Moncloa? —preguntó el rey al
presidente.
—¿Por qué lo dice? —curioseó el presidente.
—Por Matrix.
—¿Qué piensa su majestad?
—Que yo reino pero no gobierno.
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