12.05.2013 Views

El César vs. el Estado

El César vs. el Estado

El César vs. el Estado

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Está acostumbrada la joven al silencio sereno y se agradece. Puedes<br />

pensar las cosas antes de hablar aunque realmente, nunca sabes después<br />

por dónde podrá salir <strong>el</strong> discurso si es que no estás hablando con un<br />

psicópata. Si es uno de estos al que tienes de frente, ya sea de la Patronal,<br />

d<strong>el</strong> Gobierno o de los Sindicatos, haz como con <strong>el</strong> agente Smith: ¡Sal<br />

corriendo! No hay nada que hacer, son como los ladrillos incapaces de<br />

entender ni de sentir. Salí por donde pude; de momento.<br />

—«<strong>El</strong> Patriarcado Femicina» —le contesté.<br />

—Ya lo sé Sancho, a eso estaba esperando. Las mujeres somos<br />

bastante posesivas, muy presumidas y tozudas cuando algo se nos<br />

mete en la cabeza.<br />

Que es rápida no hay duda pero «lo peor» es que desde <strong>el</strong> principio,<br />

sigo sorprendido por la dulce voz de la muchacha y no atiendo tanto a lo<br />

que dice ni al cómo lo dice sino que sólo percibo su timbre. ¡Qué b<strong>el</strong>leza<br />

desprende sonoramente hacia afuera! Sé que esto «no es lo importante»<br />

porque dicen que las palabras son lo primordial pero tengo que<br />

reconocer que desde que su voz y su mirada han entrado en mi vida, no<br />

sé si hacen falta tantas palabras. Cuando estás «aquí» está todo<br />

absolutamente claro (Ver Benjamin Button).<br />

¡Que contradicción! Cuando teníamos al Sol alumbrándonos, nos<br />

dejamos desv<strong>el</strong>ar por <strong>el</strong> progreso artificial d<strong>el</strong> bienestar y la cagamos.<br />

Ahora que <strong>el</strong> Sol sólo se puede imaginar ni de lejos, es cuando más claro<br />

se ve que nos equivocamos. Por eso no sé si atender a su voz o a sus<br />

palabras porque, en este ambiente tan severo y hostil, la dulzura se<br />

agradece a raudales.<br />

—Es que me siento un poco raro Eugenia —contesté a la joven<br />

mujer— y tenía tantas ganas de estar contigo, que no podía imaginar que<br />

sólo «estar» es suficiente. Todo esto es un poco nuevo para mí por <strong>el</strong><br />

mundo d<strong>el</strong> que provengo y me estoy adaptando todo lo rápido que<br />

puedo. «Aquí» es donde más claro lo tengo; no necesito ni al caballero<br />

Alcor ni al caballero Carlo y encima estás tú, que me recuerdas tanto a mi<br />

Sanchica, que no sé por qué no hago más caso a los caballeros y practico<br />

la meditación para ralentizar la v<strong>el</strong>ocidad de la mente cuando se presenta<br />

«la» ocasión.<br />

—¿Quién es?<br />

—Mi hija; la quiero tanto que la llame como la llame, sabe que si la<br />

nombro, es sólo porque la quiero. Unas veces así, otras Marica, otras<br />

María Sanchica y otras… vida mía.<br />

993

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!