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El César vs. el Estado

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está sola y en medio d<strong>el</strong> chichón d<strong>el</strong> calvo, dijo Sancho: «¡A esto se le<br />

llama poner puertas al campo!» Cualquiera que la vea entenderá su por<br />

qué. Sin necesidad de traspasarla, continuaron con su caminar<br />

acompañados d<strong>el</strong> rumor d<strong>el</strong> tráfico, que no d<strong>el</strong> mar, salpicado de sirenas<br />

de policías y de bomberas.<br />

Para ser imparcial en la descripción de los árboles que se han<br />

convertido en nuestro caballo de batalla, o por su inexistencia o por la<br />

abundancia extrema de resineros, se dirá que por estos lares siguen<br />

presidiendo los pinos pero también se han visto unos pocos ailantos,<br />

alguna higuera capaz de prosperar hasta en las piedras, un granado, varias<br />

arizónicas, unas retamas y unos pocos almendros. Descubierta por fin la<br />

causa de la omisión de Rocinante, se reafirmará explícitamente que<br />

nuestro caballo de batalla se llama: ¡Repoblación urgente de España (y de<br />

Madre Tierra) con bosque autóctono y no auténtico! Si se realiza esta<br />

sencilla <strong>el</strong>ección, habrá merecido la pena la omisión de una petición que<br />

se hizo al «sabio encantador coronista desta peregrina historia» hace 400<br />

años: «¡Ruégote que no te olvides de mi buen Rocinante, compañero<br />

eterno mío en todos mis caminos y carreras!» <strong>El</strong> pollino se ha omitido<br />

porque ni había ninguna sugerencia expresa para él ni es comercial que se<br />

afirme que de los burros se pueda aprehender.<br />

Lo que les acompaña a mano derecha durante <strong>el</strong> paseo de ahora es<br />

una reja que no avisa de lo militar sino de lo particular. Pasaron bajo la<br />

c<strong>el</strong>osa mirada de unas antenas parabólicas que, al estar cegadas por unas<br />

lonas, se supone que no vigilan <strong>el</strong> paso de los reb<strong>el</strong>des y no transmiten su<br />

ubicación. Paseando o andando llegaron al otro mirador en <strong>el</strong> que la<br />

pareja anterior también se posó para contemplar. La panorámica oeste<br />

que se divisa desde <strong>el</strong> Salomón es la misma que la norte, la sur y la este:<br />

tierras labradas recién cosechadas humedecidas por algún cuadriculado<br />

olivar. Pero engrandeciendo la vista un poco, se puede observar <strong>el</strong><br />

sobrecogedor sky-creeper de Madrid, una viñeta que causó en Sancho <strong>el</strong><br />

más absoluto de los horrores. (¿Por qué no la secuestra <strong>el</strong> juez d<strong>el</strong><br />

tongo?) «¿Es real?» preguntaba alarmado sin cesar. Al tener <strong>el</strong> silencio<br />

por respuesta, la consulta quedó insatisfecha pero desde aquí se le puede<br />

responder que es Matrix pero también es real. Afortunadamente es<br />

mediodía y la contaminación lo difumina todo porque si lo «admirara»<br />

poco después d<strong>el</strong> ocaso de un día ventoso, comprobaría cómo se<br />

levantan las cuatro Torres de Bab<strong>el</strong> vecinas de las escandalosas KIO, la<br />

Picasso y <strong>el</strong> Pirulí.<br />

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