El César vs. el Estado

desconocido que, sabiendo que perseguía a can y no a equino, ocurrió lo
que ha sucedido. No lo olvidaré ni más allá de cuando se termine la vida
en esta Dimensión; todo, gracias a la vibración que percibí y a la decisión
que tomé por seguir junto a su compañía.
—«¿Quién duda —arremetí a Sancho— sino que en los tiempos
venideros, cuando salga a la luz la verdadera historia de mis famosos
hechos, que el sabio que los escribiere no ponga cuando llegue a contar
esta mi última salida tan de madrugada, desta manera?: Dichosa edad, y
siglo dichoso aquel adonde saldrán a la luz las famosas hazañas mías,
dignas de entallarse en bronce, esculpirse en mármoles y pintarse en
tablas para memoria en lo futuro.¡Oh tú, sabio encantador, quienquiera
que seas, a quien ha de tocar el ser coronista desta peregrina historia,
ruégote que no te olvides de mi buen Alcor, compañero eterno mío en
todos mis caminos y carreras!»
—Hasta en la Época Umbrática haría felices a los que quisieran
dejarse acompañar por él —dije a Sancho visiblemente emocionado—.
Él será el hilo conductor que conecte al autor con Rebeldía.
—El sabio encantador y coronista desta peregrina historia no ha
sacado a Rocinante del prado de hierba por cariño y no por olvido (¿qué
íbamos a hacer con un caballo en la Alcalá de Henares del siglo XXI?).
Que la Dehesa de los Hueros, lugar donde ha pasado la mayor parte de
su vida cuando no estaba en su guarida, se acostumbre a vivir sin su
compañía cuando Alcor sea requerido para conectar al autor con su libro
en cualquier porción del Multiverso.
—Para ser impecablemente leal con ese suceso —me correspondió
Sancho—, también he de decir que encontrarnos con vuesa merced
relajó el potencial «infarto» que podría haber sufrido nuestro maestro y
mi señor. ¿Qué hubiéramos hecho sin él?
—Nada Sancho —afirmé irrebatiblemente—. Mi vida sin don
Quijote ni El Quijote… ...no existiría —terminé después de un instante
eterno.
También (me) añadió Sancho que estaba muy a gusto en mi
compañía pero que quería terminar de leer para enterarse de lo que iba a
pasar con su vida y la de toda la Humanidad. —¡Vaya invitación
subliminal!— se podría pensar si se tomara de manera personal. Lejos de
ello, Sancho me explicó que cuando gritó ¡¡Eugeniaaaa!! se sentía como
cuando su atención se fijó en Alcor hasta que se sentó sobre la roca
junto al caballero Alcor. Sentirse así es lo que le impulsa a querer seguir
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