El César vs. el Estado

»Tiene muchos nombres, está enmascarada detrás de múltiples
personajes y habría sido la mujer y reina más dichosa de la realidad de
Matrix si los celos de mi padre y su marido Felipe II, no la hubiera
matado con veneno pero también a disgustos. Hablo de la que merece
ser señora de todo el Universo, la mujer que dejó alterada mi existencia
atemporal, «día de mi noche, gloria de mi pena, norte de mis caminos,
estrella de mi ventura». Hija de Catalina de Médicis y de Enrique II de
Francia, Isabel de la Paz fue obligada a ser mi madrastra siendo el amor
de mi vida desde mucho antes de entonces; la abominación de mi propio
padre Felipe II, el raptor y violador de Lucrecia, el Paris del siglo XVI,
condenó la vida de estos amantes y también la de la Historia de la
humanidad. Inmortalizada con el nombre de Gertrudis, la madrastra de
Hamlet, inmarcesible por los versos que inspiró como Lucrecia, la
universal Dulcinea por su amor al caballero Carlo, señora en la realidad
real y a la vez campesina en la de Matrix y en la novela, también es la
Julieta de Romeo (con la misma edad que Isabel), la Ofelia de Hamlet, la
Luscinda de Cardenio y unas cuantas más aparte de la sin par. «Que, bien
apurada la cosa, burla fue y pasatiempo; que, a no entenderlo yo ansí, ya
yo hubiera vuelto allá y hubiera hecho en tu venganza más daño que el
que hicieron los griegos por la robada Helena. La cual, si fuera en este
tiempo, o mi Dulcinea fuera en aquél, pudiera estar segura que no tuviera
tanta fama de hermosa como tiene.»
—¿Por qué citar a Helena, famosa por su menor belleza a la del
Toboso y por ser secuestrada por un rey (habría que ver quién secuestró
a quién), tal y como hizo Felipe II con Isabel? —preguntó un inspirado
escudero—. Me imagino que utilizar el nombre de Gertrudis se debe a la
virgen y mártir de Lorena que jovencita todavía (como Isabel), fue
muerta por dos de sus hermanos, encolerizados al verla en oración
cuando huía de su padre, príncipe ególatra (como Felipe II), que la
obligaba a contraer nupcias (como Felipe) que ella rehusaba por haber
consagrado a «Dios» su virginidad al tiempo de su conversión y bautismo
(como Isabel). Permita una apreciación relacionada con nuestro
nanopreciso hablar ya que a menos que recuerde mal, en la dinastía de
Valois cabe distinguir tres ramas: los Valois-directos (bajo cuya corona
vivió la gran rebelde Juana de Arco, justiciada como Padilla pero en la
hoguera de la Inquisición), los Valois-Orleans y los Valois-Angulema (a
la que pertenece la reina Isabel de Valois); pero de Valois-Lorena no se
conoce ni el guión.
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