El César vs. el Estado

—Sólo le hacía falta haber dicho: ¡poss sí ¿qué passa?! en vez de ¡Así
es, exacto! —añadió Sancho—. Entre los descubrimientos hemos
hablado de que la elección es una ilusión creada entre los que tienen
poder y los que no lo tienen, entre los dioses y los conectados al
Sistema, tanto los civilizombis que se petrificaron en Pompeya a finales
del siglo I como los cegatos pasmados que no saben qué hacer ante la
extinción a principios del siglo XXI.
»Entre las declaraciones ha firmado que estamos aquí porque no
somos libres y me ha dicho en primicia que va a desertar del Club de
Bilderberg. ¡Otro converso más! El rey se ha enterado que los hombres
con poder sólo pretenden más poder y sabe bien que las apariencias
engañan, o sea, sabe lo de la esquizofrenia colectiva.
»Parecía sincero cuando ha poetizado sobre el «saborear el dulce
aroma de estar junto a la soberanía» y me ha informado de lo
sorprendido que se ha sentido por haber conseguido que crea en
alguien; incluso me ha pedido que le dé mi palabra en cuanto a la
liberación de los cegatos sapiens ¡Parece que él está a favor de liberar a
los esclavos!
—Los próximos Presupuestos Generales del Estado —comentó
escépticamente el caballero—, confirmarán si el honor del rey como
humano decide sacar a su Casa no-Real de ese descalabro.
—Como esto es futuro, habrá que dar por buena su palabra auténtica
(no real) —defendió Sancho a su amigo—. Me quería dar su número de
móvil; yo no lo he apuntado pero a cambio le he facilitado el nombre de
unas cuantas páginas web. Se ha tocado por encima la extinción y he
aprovechado para detallar por lo bajo el decálogo en el que se
puntualizan algunas cosas para las que se va a hacer tarde demasiado
deprisa. Ha quedado paritariamente dividido en dos partes, la una con lo
que hay: extinción, corrupción, desintegración, decadencia y
descomposición; la otra con lo que podría haber: abstención, okupación,
descensación, insumisión y desobediencia.
—¿Y qué ha dicho el rey? —preguntó escépticamente el caballero.
—«No creo que este decálogo sea transcrito en El César V5. 3l Est4do
porque no es muy comercial» —farfulló Sancho imitando el timbre
palatal de su majestad—. Yo pensé que si al rey la comedia no le gusta,
será, supongo yo, que le disgusta.
—¿Le has dicho hasta el título de la transcripción? —preguntó
interesadamente el caballero.
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