El César vs. el Estado

y cualquiera pone el cascabel
no sé si a los sapiens o a ellas.
Mueven todos los entresijos
de esta sinestesia permanente
tan escalofriantemente montada
que ni Ariadna podría desenredar.
Pero se ha presentado la ocasión
de escaquearse del mecánico trabajo,
ya que han llamado por el móvil
al jefe de algún lado
y debe ser por algo gordo
porque ha dejado el martillo
para ponerse a gritar gesticulando
con cortes de manga incluidos
destacando un dedo de la mano
del resto que tiene guardados
por la santa virgen del puño
y por los arcángeles más sagrados.
Una ventaja de los móviles
es que no se puede trabajar
porque una de las dos manos
la tienes ocupada sujetando
las charlas por un aparato
que te calienta toda la cabeza
con opiniones y radiofrecuencias.
¿Cuáles son más dañinas
las palabras que son divinas
o las ondas con interferencias
que dejan la grasa del cerebro
con espongiformes encefalopatías?
Si me viera por cojones obligado
a escoger entre las dos cosas,
tiraría el móvil al cementerio
de residuos nucleares urbanos
aunque lo hereden los carpinteritos
que ahora están estudiando,
cómo hacerse hombres de pro
en un mundo tan inhóspito
y altamente contaminado
de patrañas y opiniones
e interferencias microeléctricas.
Cualquiera que interprete
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que está hablando un misoneista,
es un problema que solucionará
cuando encuentre mejor prosista
si no se le ocurre versar
la insoportable cutredad actual.
Matar dos pájaros de un tiro
es un dicho demasiado popular
que mal rayo le parta en dos
porque las coloridas aves cantoras
no crean interferencias fofas
con sus creativas palinodias
aportando mucha belleza
a este alboroto caótico,
¡no he escrito católico!,
conteniendo esta sinestesia
que ya no soporta ni dios.
Abandonando el móvil en un sitio
que no intoxique Naturaleza
te ahorra la palabrería
pero también las interferencias.
El jefe se ha ido al bar
a meterse un copazo pa’entro
y los curritos han aprovechado
para echarse un cigarrito.
Están todos muy al loro
para cuando salga el jefe del bar
y conjuntamente aparentar
que allí no pasaba nada
y que no han dejado de currar.
Si están estipulados los breaks
para fumar o rascarse la tez
¿para qué vigilar al jefe
si los derechos de cada uno
son fundamentalmente inalienables
aunque te den casi siempre por culo?
Como me escuchen los esclavos
civilizombis, currantes o asalariados,
van a pensar que estoy loco
por exigir a voz en grito
que estos capullos políticos
respeten los derechos básicos
que conquistaron nuestros abuelos