El César vs. el Estado

—¡Con todos los políticos que habría que tener entre rejas
—denunció Sancho— no sería de extrañar que estos fueran algunos de
los que sus compinches indultan rápidamente para que la cárcel sea sólo
un paseo! Sean franjas o sean rayas, yo me encargaré de los tres paganos
para que usted se pueda dedicar al otro hijodalgo, que al tener linaje en la
sangre como vuesa merced, es oportuno que cada uno se meta donde le
llaman.
—Olvídate de abolengos y de castas porque en este país, todos los
ciudadanos somos iguales por una orden constitucional sentenciada por
el rey.
—¿Desde cuándo un súbdito vale lo mismo que un rey o un aforado
lo mismo que un votanlavo (votante esclavo)? ¡Nunca! Eso no me lo
creo ni borracho.
—Ni yo cuerdo —reafirmó don Quijote.
—Volviendo a los vasallos de su majestad, ya he dicho que a la sra.
presidenta la puedo encontrar por su sexo y de los otros tres, me imagino
que tal y como corresponde a su posición real, el de mayor estatura será
el rey.
—Si por la estatura te estás refiriendo a la edad, efectivamente el rey
es el más viejo de los tres. El que lleva puesto el traje de rayas es el
alcalde y el de la extraterrestre mirada fuera de órbita es el presidente.
—¡Verdaderamente, se parece a Mr. Bean! Entonces está claro;
póngase a un aparte con su majestad que por nombre tendrá alguno de
los Felipes numerados que está dando esta estirpe de golfos, que yo me
encargaré del trío divino. Me gusta sentir que voy a hablar con la típica
trinidad de las películas: una mujer y dos varones; como Trinity, Morfeo
y Neo. ¡Por cierto!, un trío que tiene su génesis en Dulcinea, don Quijote
y Sancho.
—Mira que sólo por estas mañas que te das para el conocimiento de
cada personaje, temo cómo puedas despachar a los gobermangantes.
Tienes que entender que no es lo mismo hablar cuando estamos en
medio de un bosque de pinos y orugas que hacerlo en un bosque de
servicios de seguridad, policía secreta y guardaespaldas camuflados.
Ajusta correctamente la longitud de onda para que ningún imprevisto
pueda suceder.
—No tema nada de lo que pueda acontecer que con el pedazo de
Constitución que tenemos, nada puede pasar que esté fuera de ella. Fíjese
que, causalmente, ni el nombre del rey coincide…
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