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El César vs. el Estado

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es algo que no es fácil de consentir, sobre todo para los que estamos<br />

arriba.<br />

Las paradas prolongadas que <strong>el</strong> sapiens de d<strong>el</strong>ante realizaba durante<br />

su caminar estaban justificadas con un espectáculo aéreo. Esto permitió<br />

que las dos parejas estrecharan la distancia y sea esta la causa o sea por<br />

cualquier otra razón, <strong>el</strong> caso es la pareja inmortal entró en <strong>el</strong> radio de<br />

acción d<strong>el</strong> perro que se acercó a resaludarles y a recordarles su amistad y<br />

lealtad. Sancho, sorprendido por tan espontáneas muestras de cariño, se<br />

puso a acariciarlo y <strong>el</strong> perro que se dejaba, llegó a ponerse boca arriba<br />

para que le tocaran la barriga que como a todos los perros, es lo que más<br />

les gusta. Después de que pasaran juntos un rato, <strong>el</strong> perro se levantó y<br />

corriendo fue junto a su pareja de paseos.<br />

—En 1600 —siguió don Quijote—, <strong>el</strong> poder de la Santa Inquisición<br />

es de tal envergadura que sentencias como: «porque me da la gana», o<br />

sea, aprisionamiento en la base de Guantánamo, son proporcionalmente<br />

un juego de niños comparado con <strong>el</strong> ilimitado poder que ese despiadado<br />

tribunal poseía sobre la vida humana y en especial, sobre la reb<strong>el</strong>de; su<br />

actividad creaba una tenebrosa y cobarde realidad social. La trama<br />

int<strong>el</strong>ectual que ejercía <strong>el</strong> Santo Oficio no era tan estúpida como para<br />

pasar inadvertidos mis desdoblamientos de personalidad si me hubiera<br />

insinuado con menos «espiritualidad».<br />

—Me puedo imaginar cómo era si se tuvo que ir a Londres a escribir<br />

sus tragedias gracias a que Enrique VIII mandó <strong>el</strong> Vaticano a la mierda<br />

—Si ahora va a causar algo más que chispas, en 1605 ¿qué saltarían?<br />

—Pregúntes<strong>el</strong>o al caballero Alcor —bromeó <strong>el</strong> escudero.<br />

—Si no existiera <strong>el</strong> enigmático personaje d<strong>el</strong> barbero —siguió <strong>el</strong><br />

imperturbable don Quijote sin hacer caso a la rechifla—, la memoria real<br />

no sería la que realmente está sucediendo interdependiente y<br />

paral<strong>el</strong>amente a la evolución de Matrix; utilizar la profesión de un<br />

personaje sin nombre escondía un arcano que ya ha quedado reb<strong>el</strong>ado.<br />

Igual de inmortales que Dulcinea, Cide Hamete, Rocinante, don Quijote<br />

y Sancho, también lo son <strong>el</strong> barbero, <strong>el</strong> ama, la sobrina y <strong>el</strong> cura; lo que<br />

para cada uno signifiquen los distintos personajes de <strong>El</strong> Quijote y d<strong>el</strong> resto<br />

de «mi herencia», es una emoción que ayudará a que la humanidad sienta<br />

realmente qué pintó en la realidad de Matrix <strong>el</strong> barbero de mi padre.<br />

»Como bien decías antes, la bacía que <strong>el</strong> barbero lleva en la cabeza<br />

conocida mundialmente como <strong>el</strong> Y<strong>el</strong>mo de Mambrino, representa la<br />

corona que mi padre usurpa al pueblo y a mí mismo. «Sin duda que <strong>el</strong><br />

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