El César vs. el Estado

viene y suavizar la llegada del otro momento real que nos queda: la
extinción de la especie y la «muerte» del cuerpo. Efectivamente, el solape
de las dos realidades aclarará la existencia de la realidad de Matrix y su
colapso definitivo. Igual de real que es la muerte, lo es la extinción.
—Cuando quieres, entiendes de maravilla. (Así que queridas
diosas… ya sabéis: no se trata de montar China sino de desmontar
Matrix y el caballero Alcor es un hacker ¡qué casualidad!).
—Atribúyeselo al arte de mi creador, o sea, a vos —sorprendió
Sancho (¡cómo no!)—. Aprovechando la felicitación y que te alegre mi
penetración, aclárame una duda que podría haber pasado inadvertida por
la vertiginosidad de la presentación.
—El protagonista masculino de la Odisea se llama Claro, las mismas
letras de Carlo ordenadas de otra manera. Aunque me hayas nombrado
Notario Mayor de un reino artificial cuyo rey no sé si puedo nombrar
por la corrupción judicial, podría asegurar que viendo a Carlo junto a vos
testificaría que son dos pero con mentes tan iguales que ya no sé si es
real lo que veo.
—Lo mismo soy un clon.
—Si acaso un clon mental porque físicamente, está claro que eres
mucho más joven que mi maestro y tu alumno aunque tengáis el mismo
talle. Recuerda que aunque no nos tuviera mucho aprecio, Borges decía
que «el genio crea a sus antepasados».
—Quizá quería decir «escoge» y se aturrulló; pero olvídate de las
inconsistentes palabras y sigue con tu descubrimiento.
—Pocas veces hemos estado juntos los tres y sé que existen los
hologramas, el Proyecto «Blue Bean», los 11-S y demás proyecciones
virtuales. Si conoces el cuento de mi propia creación titulado
Waldislandia…
—¿Tú qué crees? —interrumpió César con ganas de terminar.
—…entenderás mi desconcierto —siguió Sancho sin tomárselo
personal ni el «¿tú qué crees?» ni las ganas de terminar—; tengo la certeza
de que existen «entes emparejados» que sólo actúan si existe el otro: «El
Mal» no puede existir sin «El Bien» ni éste sin su inseparable alter ego,
actúan alternativa y sincronizadamente pero no se les ve juntos, como a
don Quijote y a vuesa merced; ergo pueden ser el mismo, como mi señor
y… ¡yo!
—Salto y por resumir pregunto —dijo Sancho viendo la cara de
César—: ¿Podrían ser Carlo, Alcor y Claro el mismo?
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