El César vs. el Estado

—Como puedes comprobar —continuó el viejo—, la cercanía de
Civilización comienza a descontrolar a los rebeldes porque su
estabilidad biorrítmica natural se altera por la proximidad de la Señal
de Matrix.
—¿Solamente su proximidad podía contagiar a los rebeldes?
—pregunté—. ¿Tan degradante es?
—Ya ves que todavía no han entrado en contacto con el
«contagio» y ya se han peleado entre ellos —argumentó fácilmente el
viejo—.
—Que se peleen no es precisamente lo más raro porque comer
jabalí tiene que salir por algún sitio —respondí sabiendo que salía
por Úbeda—. Además, los civilizombis también se vuelven majaretas
al no entender los prodigios del druida rebelde.
—Esto es sólo en el cómic, Eugenia —me aclaró el viejo—; las
semillas milagrosas en la realidad de Matrix fueron una idea del viejo
Masanobu Fukouka y las llamaban Nendo Dando pero no tenían nada
que ver con las prodigiosas semillas del viejo Panorámix. Las nendo
dando eran unas semillas envueltas en una fina capa de arcilla para
que no se las comieran pájaros o insectos que el viejo esparcía
coherentemente por el campo mientras que paseaba. Cuando se
humedecía la arcilla, germinaba la semilla y sus posibilidades de
sobrevivir aumentaban logarítmicamente. Si existiera un humano
real, o sea, que no fuera de cuento, llamado Panorámix, a él habría
que haberlo adulado para exigirle que sacara sus semillas
prodigiosas urgentemente y no las porquerías de simientes que
Corporaciones como Monsanto o Dupond mutaron hasta patentar la
estirpe de las OGM (Organismos Genéticamente Modificados). Un
druida como Panorámix sólo pertenece a los cuentos y sin embargo,
al viejo Fokuoka real, no le hacían ni puto caso.
—Igual que las tres viñetas han conseguido que creyera lo que ya
sabía —le he comentado—, todavía no he conseguido comprender a
los sapiens. Por mucho que los quieras redimir, era una basca
contradictoria. La psique los tenía tan despistados que en vez de
semillas, era el sentido común al que disfrutaban enterrando. Vale
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