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El César vs. el Estado

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de adorar al dinero es que en gran parte de los casos, casi todos si se pide<br />

precisión, si no va a haber negocio, no interesa la conversación. La charla<br />

apetitosa tiene que ver con <strong>el</strong> business y como los tenderos confunden a<br />

los imitadores con los reales, no se entretienen con la pareja inmortal a<br />

menos que no haya potenciales compradores. Pasaron por algunos<br />

puestos en los que eran despachados o desapreciados dependiendo de la<br />

prisa d<strong>el</strong> dependiente. Las consideraciones que se dijeron no son dignas<br />

de mención porque unos los confundían con los titiriteros especialistas<br />

en la imitación y otros atendían a los que mostraban interés por adquirir<br />

baratijas dejando plantada la conversación por un puñado de euros.<br />

También los hubo que disfrutaron con las ironías d<strong>el</strong> caballero y<br />

respondían con lucidez a comentarios extremos. De esos pocos se saben<br />

las quejas de que son vil y servilmente explotados. ¡Qué precios les<br />

cobran por cada metro cuadrado de puesto! En vez de casetas, parecen<br />

infraviviendas a precio de lujo. ¡Si Robin Hood levantara la cabeza…!<br />

Ver Bandits).<br />

<strong>El</strong> paseo instructivo se vio alterado por <strong>el</strong> cruce con los titiriteros a<br />

caballo y en mulo que imitan a la pareja inmortal como forma de<br />

buscarse la vida. Si se ha citado a Robin es porque si los caballeros<br />

actuales son anacrónicos imitadores que se limitan a repetir, habrá que<br />

poner la atención en los entuertos que la caballería de la Tabla Redonda<br />

pudiera desfacer. De lo que hizo Robin d<strong>el</strong> Bosque no queda constancia<br />

ni crónica pero cuenta <strong>el</strong> principio de una Historia que en <strong>el</strong> bosque de<br />

Serwood, un Caballero Andante se decidió no a decir sino a hacer, <strong>el</strong> que<br />

todos los beneficios que sólo se repartían entre los ricos, también les<br />

tocara a los pobres aunque fueran burgueses con sólo veinticinco años<br />

de hipoteca, o sea, pobres de solemnidad con <strong>el</strong> honorífico título de<br />

Burgueses. Las autoridades rebañaban con impuestos a todos los vecinos<br />

de los pueblos y de las villas para después de arrejuntada la pasta,<br />

prorratearla entre las multinacionales, los bancos y las aseguradoras.<br />

Robin exigía al gobierno de las autoridades que los impuestos d<strong>el</strong> pueblo<br />

serían para los d<strong>el</strong> pueblo; hipotecados hasta las cejas como están, no<br />

pueden con tanto despilfarro. <strong>El</strong> arreglito en un despacho por allí, unos<br />

r<strong>el</strong>ojes de oro por allá, coches oficiales a discreción y <strong>el</strong> derecho de<br />

pernada… ¡por favor!<br />

Si se levanta la cabeza de un Caballero Andante Cast<strong>el</strong>lano, se va a<br />

enterar hasta <strong>el</strong> mismísimo Robin Hood Britano que también <strong>el</strong>evará<br />

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