El César vs. el Estado

terrorismo de estado de baja o alta intensidad? En eso un policía no
puede pensar porque está programado para cobrar y callar. ¿Qué
sucedería si la «tablilla» se acogiera al derecho a la desobediencia civil?
Pues lo de siempre, que los que les ordenan ilegalidades como que
«coman y callen», tendrían que irse a gobernar la Ínsula de Barataria, el
nombre de un Parque Temático en donde a la casta de los intocables,
junto a corruptos, testaferros e intelectuales, se les pueda estabular como
en una reserva de la que no puedan escapar jamás. Que se llame de
Barataria y no de Alcatraz es por reclamar los usurpados derechos de
autor, no porque las medidas de seguridad fueran descomunales
comparadas con las de Alcatraz.
Si mediante ósmosis inversa o abducciones directas, se consiguiera
teletransportar al instante a esta corrompida casta globalitaria hasta el
Parque Temático de Barataria, el ¡Primer Contacto! de la Federación
Galáctica con el planeta dejaría sorprendido hasta a la Caballería Andante
y sin ninguna sumisión, aceptarían la hegemonía de la Caballería Lord
Jedi.
Un desafío de esta magnitud merece ser reafirmado porque para
aceptar esa hegemonía, la partida de ajedrez necesita terminarse y todavía
no ha empezado. Se trata de colocar instantáneamente en Alcatraz a la
casta de los validos, a la tiranía de los partidos, a los miembros del
Bilderberg y sin duda ¡al sheriff también! La humanidad no sabría el peso
que se quitaría. Los ciudadanos consolados, podrían acudir a visitarlos y
desde el otro lado del foso del hemiciclo, tirarles cacahuetes, mendrugos,
mentiras y diretes. Visitarlos tardíamente o tratarles como a un souvenir,
es como se merecería tratar a majestades reales o a señorías intocables.
No se trata de hacer un descalabro ni de vengar su hipocresía; se trata
entre otras cosas, de poner a cada cosa en su sitio y a cada perro con su
pijo. Lamerse es tan terapéutico en recuperar el cariño hacia uno mismo,
que la Ciencia podría patentar este remedio alternativo para curar a los
políticos corrompidos.
La movilización de los municipales indicaba que la autorización para
intervenir llegaba con ellos porque los tablillas se pusieron a actuar. Se
acercaban por decenas y con órdenes muy concretas: ¡detener a todo hijo
de vecino! Más que una intervención rutinaria, parecía la instrucción de
un sumario «progre» que terminaría en el Tribunal Limpieza de Sangre.
Como no podemos confiar en el trabajo de una máquina,
esperemos que los ídolos de sus subconscientes no hagan estragos en sus
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