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El César vs. el Estado

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más esquizofrénico de los presidentes es incapaz de rechistar. Existen<br />

momentos brillantes en la vida de estos neuróticos en los que se<br />

conectan radicalmente con la realidad que les rodea. ¿Por qué no les<br />

sucederá siempre? Por que la debilidad de la soberanía d<strong>el</strong> pueblo se lo<br />

permite.<br />

<strong>El</strong> artículo 14 de la Carta dice que «Los españoles son iguales ante la<br />

ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de<br />

nacimiento, raza, sexo, r<strong>el</strong>igión, opinión o cualquier otra condición o<br />

circunstancia personal o social.» ¿Son españoles los políticos? ¡¡Debe de<br />

ser que no!! ¿Por qué gozan d<strong>el</strong> privilegio d<strong>el</strong> aforamiento?<br />

¡¡Soberaníaaaaaaa, despiertaaaaaaaa!! ante estas palabras que <strong>el</strong><br />

escudero insiste en reb<strong>el</strong>ar.<br />

—Antes de que mi lengua se acabe de desgastar —quiso todavía<br />

Sancho remachar—, voy presentar <strong>el</strong> esperpento que me ha pedido, sr.<br />

presidente, y d<strong>el</strong> que ya no se acordará. <strong>El</strong> argumento d<strong>el</strong> esperpento<br />

puede parecer grotesco pero propone una tercera vía para <strong>el</strong> aumento de<br />

los censos <strong>el</strong>ectorales: ¡deberían utilizar los tamagochis, sr. presidente!<br />

Con <strong>el</strong>los se puede conseguir <strong>el</strong> aumento de muchos corruptos para<br />

repartirse <strong>el</strong> botín de España o d<strong>el</strong> Santander. Si encima consiguen su<br />

voto por correo a cambio de unas pilas nuevas, <strong>el</strong> negocio les va a salir<br />

barato. Quizá la única pega que veo es que va a haber más políticos que<br />

ciudadanos y como ustedes son incapaces de entenderse, <strong>el</strong> lío nacional<br />

va a ser inexorable o por si no me entienden, impepinable.<br />

—A estas alturas señor Sancho ¿para qué <strong>el</strong> grotesco argumento d<strong>el</strong><br />

esperpéntico censo? —preguntó <strong>el</strong> presidente.<br />

—Para recordarles que todas estas materias pueden ser sólo<br />

principales, pero constituyen una fruslería si se fija la atención en la<br />

encrucijada final de la humanidad: la extinción. Lo que está sucediendo<br />

con <strong>el</strong> clima no se puede resumir y simplificar con la palabra «Cambio»<br />

que utilizan es sus eslóganes de campaña.<br />

»¡Sr. Presidente! —exhortó Sancho—: ¡Insto al Consejo de<br />

Ministros a que reconozca la realidad: ¡Esta es la situación más<br />

grave a la que nos hemos enfrentado y de no actuar en<br />

consecuencia, no podremos sobrevivir! Podrá llamarse esquizofrénico<br />

o psicópata al que no quiera reconocer esta parte de la realidad real que<br />

se llama extinción, al igual que ya se puede denominar así, al que siga<br />

afirmando que lo d<strong>el</strong> 11 de septiembre fue un colapso increíble y no una<br />

convincente demolición controlada.<br />

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