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Mujeres

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> que corren con los lobos<br />

El baile apenas se toleraba en el mejor de los casos, por lo cual ellas bailaban<br />

en el bosque donde nadie podía verlas, o en el sótano, o cuando, salían a sacar<br />

la basura. Su acicalamiento suscitaba recelos. Un cuerpo o un vestido llamativos<br />

aumentaban el peligro de sufrir daños o agresiones sexuales. Ni siquiera<br />

podían considerar suyas las prendas de vestir que llevaban.<br />

Era una época en la que los padres que maltrataban a sus hijos eran llamados<br />

simplemente "severos", en la que las heridas espirituales de las mujeres<br />

tremendamente explotadas se calificaban de "agotamientos nerviosos", en la que<br />

las chicas y las mujeres bien fajadas, refrenadas y abozaladas se llamaban "buenas"<br />

y las hembras que conseguían quitarse el collar para disfrutar de uno o dos<br />

momentos de vida se tachaban de "malas".<br />

Por consiguiente, como otras muchas mujeres antes y después de mí, viví<br />

mi vida como una criatura disfrazada. Tal como habían hecho mis parientes y<br />

amigas, mayores que yo, me contoneaba—tambaleaba sobre zapatos de tacón y<br />

me ponía vestido y sombrero para ir a la iglesia. Pero mi espléndida cola asomaba<br />

a menudo por debajo del dobladillo de la falda y movía tanto las orejas que el<br />

sombrero me caía por lo menos sobre los ojos y, a veces, hasta cruzaba volando<br />

la habitación.<br />

No he olvidado la canción de aquellos siniestros años, hambre del alma, la<br />

canción del alma hambrienta. Pero tampoco he olvidado el jubiloso canto hondo<br />

cuyas palabras evocamos cuando nos entregamos a la tarea de la restauración<br />

del alma.<br />

Como un sendero del bosque que poco a poco se va borrando hasta que, al<br />

final, se reduce a casi nada, la teoría psicológica tradicional también se agota<br />

demasiado pronto cuando se trata de analizar a la mujer creativa, talentosa, profunda.<br />

La pirología tradicional se muestra a menudo muy parca o totalmente silenciosa<br />

a propósito de las cuestiones más profundas e importantes para las mujeres:<br />

lo arquetípico, lo intuitivo, lo sexual y lo cíclico, las edades de las mujeres,<br />

la manera de actuar de una mujer, su sabiduría y su fuego creador. Todo cuanto<br />

ha guiado durante dos décadas mi trabajo acerca del arquetipo de la Mujer Salvaje.<br />

No se puede abordar la cuestión del alma femenina moldeando a la mujer<br />

de manera que se adapte a una forma más aceptable según la definición de la<br />

cultura que la ignora, y tampoco se puede doblegar a una mujer con el fin de que<br />

adopte una configuración intelectualmente aceptable para aquellos que afirman<br />

ser los portadores exclusivos del conocimiento. No, eso es lo que ya ha dado lugar<br />

a que millones de mujeres que empezaron siendo unas potencias fuertes y naturales<br />

se hayan convertido en unas extrañas en sus propias culturas. El objetivo<br />

tiene que ser la recuperación de las bellas y naturales formas psíquicas femeninas<br />

y la ayuda a las mismas.<br />

Los cuentos de hadas, los mitos y los relatos proporcionan interpretaciones<br />

que aguzan nuestra visión y nos permiten distinguir y reencontrar el camino trazado<br />

por la naturaleza salvaje. Las enseñanzas que contienen nos infunden confianza:<br />

el camino no se ha terminado sino que sigue conduciendo a las mujeres<br />

hacia el conocimiento cada vez más profundo de sí mismas. Los senderos que todos<br />

seguimos son los del Yo instintivo innato y salvaje.<br />

La llamo la Mujer Salvaje porque estas dos palabras en concreto, "mujer" y<br />

"salvaje", son las que crean el llamar o tocar a la puerta, la mágica llamada a la<br />

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