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Mujeres

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> que corren con los lobos<br />

diversas vísceras equivalía a poseer el poder simbolizado por las distintas funciones:<br />

agudeza visual, buen olfato, rapidez de movimientos, fortaleza corporal, el<br />

timbre de voz apropiado para llamar a sus congéneres, etc.<br />

La segunda rubedo se produce cuando la doncella se separa no sólo de la<br />

buena y anciana madre sino también del rey. Es un período en el que se nos pide<br />

que recordemos, que insistamos en tomar el alimento espiritual aunque estemos<br />

separadas de las fuerzas que nos han sostenido en el pasado. No podemos permanecer<br />

para siempre en el éxtasis de la unión perfecta. En la mayoría de nosotras,<br />

no es éste el camino que se debe seguir. Nuestra misión es más bien la de<br />

destetarnos de estas emocionantes fuerzas en determinado momento, pero conservar<br />

la conexión conciente con ellas y pasar a la siguiente tarea.<br />

Está comprobado que podemos adquirir una fijación con un aspecto especialmente<br />

agradable de la unión psíquica e intentar quedarnos siempre allí, mamando<br />

de la sagrada teta. Eso no significa que el alimento sea destructivo. Muy<br />

al contrario, el alimento es absolutamente esencial para el viaje y en cantidades<br />

considerables, por cierto. De hecho, si éste no es Suficiente, la buscadora pierde<br />

la energía, se sume en la depresión y se convierte en un simple susurro. Pero si<br />

nos quedamos en nuestro lugar preferido de la psique, que puede ser exclusivamente<br />

el de la belleza o el del arrobamiento, el proceso de la individuación se reduce<br />

a un lento y pesado avance. La verdad es que algún día tenemos que abandonar,<br />

por lo menos provisionalmente, las sagradas fuerzas que habitan en nuestra<br />

psique para que pueda producirse la siguiente fase del proceso.<br />

Como en el cuento en el que las dos mujeres se despiden con lágrimas en<br />

los ojos, tenemos que despedirnos de las valiosas fuerzas interiores que tan inestimable<br />

ayuda nos han prestado. Después, estrechando fuertemente contra nuestro<br />

pecho nuestro nuevo Yo—hijo, tenemos que echarnos al camino. La doncella<br />

ha reanudado la marcha y se dirige hacia el gran bosque, confiando en que algo<br />

surgirá de aquella inmensa sala de árboles, algo capaz de fortalecer el alma.<br />

La sexta fase: El reino de la Mujer Salvaje<br />

La joven reina llega al bosque más inmenso y salvaje que jamás en su vida<br />

ha visto. No se distingue ningún sendero. Empieza a dar vueltas y se abre camino<br />

como puede. Hacia el anochecer el mismo espíritu vestido de blanco que previamente<br />

la había ayudado a cruzar el foso la guía hasta una humilde posada regentada<br />

por unos amables habitantes del bosque. Una mujer vestida de blanco la<br />

invita a entrar y la llama por su nombre. Cuando la joven reina le pregunta cómo<br />

es posible que conozca su nombre, la mujer vestida de blanco le contesta: "Nosotros<br />

los habitantes del bosque estamos al corriente de estas cosas, mi reina."<br />

Así pues, la reina permanece siete años en la posada del bosque y es feliz<br />

con la vida que lleva en compañía de su hijo. Poco a poco las manos le vuelven a<br />

crecer, primero como unas manitas de niña y finalmente como las manos de una<br />

mujer adulta.<br />

Pese a que este episodio es tratado muy brevemente en el cuento, de hecho<br />

es el más largo no sólo en cuanto al tiempo transcurrido sino también en relación<br />

con el cumplimiento de la tarea. La doncella ha vuelto a vagar sin rumbo y regresa<br />

en cierto sentido a casa, donde permanece siete años, separada de su esposo,<br />

eso sí, pero viviendo una experiencia enriquecedora y restauradora.<br />

Su penoso estado ha vuelto a despertar la compasión de un espíritu vestido<br />

de blanco —ahora su espíritu guía— que la conduce a este hogar del bosque. És-<br />

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