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Mujeres

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> que corren con los lobos<br />

Transmitidas como una herencia,<br />

pero escondidas como cartas vergonzosas.<br />

La casa y la calle que les corresponden<br />

están escondidas y todas las mujeres también<br />

están escondidas...<br />

El hecho de ser buena, ordenada y obediente en presencia del peligro interior<br />

o exterior o con el fin de ocultar una grave situación de la psique o de la vida<br />

real priva a una mujer de su alma. La aísla de su sabiduría y de su capacidad de<br />

actuar. Como la niña del cuento que no protesta demasiado, que intenta disimular<br />

su hambre y aparentar que no arde nada en su interior, las mujeres modernas<br />

padecen el mismo trastorno consistente en normalizar lo anormal. Se trata<br />

de un trastorno que está a la orden del día en muchas culturas. El hecho de<br />

normalizar lo anormal hace que el espíritu, que en condiciones normales se apresuraría<br />

a corregir la situación, se hunda en el tedio, la complacencia y, en último<br />

extremo, en la ceguera, tal como le ocurre a la anciana.<br />

Se ha llevado a cabo un importante estudio que explica los efectos de la<br />

pérdida del instinto de protección en las mujeres. A principios de los años sesenta,<br />

unos científicos (16) llevaron a cabo unos experimentos con animales para averiguar<br />

algo acerca del "instinto de fuga" de los seres humanos. En uno de los experimentos<br />

conectaron unos cables eléctricos a una mitad del fondo de una jaula<br />

de grandes dimensiones de tal manera que un perro introducido en la jaula recibía<br />

una descarga cada vez que pisaba el lado derecho de la jaula. El perro aprendió<br />

rápidamente a permanecer en el lado izquierdo de la jaula.<br />

Después se conectaron unos cables eléctricos al lado izquierdo de la jaula y<br />

se desconectó el lado derecho. A continuación se conectaron cables a todo el suelo<br />

de la jaula para que se produjeran descargas al azar de tal forma que, dondequiera<br />

que se tendiera o permaneciera de pie, el perro pudiera recibir una descarga.<br />

En un primer tiempo, el perro se mostró confuso y, en un segundo, se aterrorizó.<br />

Finalmente, el perro se "dio por vencido" y se tendió, recibiendo las descargas<br />

tal como venían sin tratar de escapar ni de esquivarlas.<br />

Pero el experimento aún no había terminado. Después se abrió la puerta de<br />

la jaula. Los científicos esperaban que el perro saliera corriendo, pero éste no lo<br />

hizo. A pesar de que habría podido abandonar la jaula a voluntad, el aterrorizado<br />

perro permaneció tendido. De lo cual los científicos dedujeron que, cuando una<br />

criatura se expone a la violencia, tiende a adaptarse a esta perturbación de tal<br />

forma que, cuando cesa la violencia o se le concede la libertad, el saludable instinto<br />

de huir queda notablemente mermado y, en su lugar, la criatura se queda<br />

quieta (17).<br />

Esta normalización de la violencia en la naturaleza salvaje de las mujeres y<br />

eso que los científicos han denominado posteriormente el "desvalimiento aprendido"<br />

son lo que induce a las mujeres no sólo a permanecer al lado de sus parejas<br />

borrachas, sus patronos explotadores y los grupos que las hostigan y se aprovechan<br />

de ellas sino también a sentirse incapaces de reaccionar para defender las<br />

cosas en las que creen con todo su corazón: su arte, sus amores, sus estilos de<br />

vida y su política.<br />

La normalización de lo anormal incluso en el caso de que no quepa la menor<br />

duda de que ello va en detrimento de la propia persona se aplica a todas las<br />

palizas que se propinan a las naturalezas físicas. emocionales, creativas, espiri-<br />

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