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Mujeres

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> que corren con los lobos<br />

teme, siente esta música, siente esto y esto y esto". Las manos son seres por derecho<br />

propio.<br />

Si estudiamos los belenes de los países mediterráneos, veremos que las<br />

manos de los pastores y de los Reyes, de María o de José están extendidas con<br />

las palmas hacia el Divino Infante como si éste fuera una luz que se pudiera recibir<br />

a través de la piel de las palmas. En México vemos también que las imágenes<br />

de la Virgen de Guadalupe derraman su luz salutífera sobre nosotros, mostrándonos<br />

las palmas de las manos. El poder de las manos está presente a lo largo de<br />

toda la historia. En Kayenta, en la reserva diné (navajo) hay una cabaña india<br />

con una vieja huella de mano de color rojo al lado de la puerta. Su significado es<br />

"Aquí estamos a salvo".<br />

Como mujeres, tocamos a muchas personas. Sabemos que la palma de la<br />

mano es una especie de sensor, tanto con un abrazo como con una palmada o un<br />

simple roce del hombro hacemos una lectura de la persona a la que tocamos. A<br />

poca relación que tengamos con La Que Sabe, comprendemos lo que siente otro<br />

ser humano tanteándolo con las palmas de nuestras manos. Algunas mujeres<br />

reciben información en forma de imágenes incluso a veces de palabras que les<br />

comunican los sentimientos de los demás. Se podría decir que hay en las manos<br />

una especie de radar.<br />

Las manos son no sólo receptoras sino también transmisoras. Cuando alguien<br />

estrecha la mano de una persona le puede transmitir un mensaje y es lo<br />

que suele hacer de manera inconciente a través de la presión, la intensidad, la<br />

duración y la temperatura cutánea. Las personas que de manera inconciente o<br />

deliberada tienen intenciones aviesas poseen un tacto que hace que el otro sienta<br />

que le están abriendo boquetes en el cuerpo espiritual psíquico. En el polo psicológico<br />

opuesto, las manos que se apoyan en una persona pueden aliviar, consolar,<br />

eliminar el dolor y sanar. Se trata de un saber femenino que se ha transmitido<br />

de madre a hija a través de los siglos (16).<br />

El depredador de la psique lo sabe todo acerca del profundo misterio que se<br />

asocia con las manos. En demasiadas partes del mundo una de las manifestaciones<br />

más patológicas de inhumanidad consiste en secuestrar a una persona inocente<br />

y cortarle las manos; en desmembrar la función táctil, visual y sanadora del<br />

ser humano. El asesino no siente y no quiere que su víctima sienta. Ésta es exactamente<br />

la intención del demonio, pues el aspecto no redimido de la psique no<br />

siente nada y, en la malsana envidia y el odio que le inspiran los que sí sienten<br />

algo, experimenta el impulso de cortar. El asesinato de una mujer mediante la<br />

mutilación constituye el tema de muchos cuentos. Pero este demonio es algo más<br />

que un asesino, es un mutilador. Exige una mutilación que no es puramente decorativa<br />

o una simple escarificación de carácter ritual sino que se propone dejar<br />

inválida a la mujer para siempre.<br />

Cuando decimos que a una mujer le han cortado las manos, queremos decir<br />

que está incapacitada para consolarse y curarse ella misma de manera inmediata<br />

y que no puede hacer nada que no sea seguir el mismo camino de siempre.<br />

Por consiguiente, es bueno que sigamos llorando en este período. Es nuestra sencilla<br />

y poderosa protección contra un demonio tan pernicioso que ninguna de nosotras<br />

puede comprender por entero sus motivos y su raison d’être.<br />

En los cuentos de hadas encontramos el leitmotiv del llamado "objeto arrojado".<br />

La heroína perseguida se saca un peine mágico del cabello y lo arroja a su<br />

espalda, donde crece y se convierte en un bosque de árboles tan tupido que en él<br />

no se podría introducir una horca. O bien la heroína tiene un frasquito de agua,<br />

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