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Mujeres

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> que corren con los lobos<br />

brillo hace que los brazos de madera resplandezcan como el oro bajo el sol. A veces<br />

el descanso consiste simplemente en dos palos o dos trozos de tubería atados<br />

con un trozo de cuerda y clavados en el suelo. En los pasos más pedregosos, la<br />

cruz suele estar pintada en una roca de grandes dimensiones al borde del camino.<br />

Los descansos son símbolos que conmemoran una muerte. Allí mismo, justo<br />

en aquel lugar, el viaje de alguien por la vida se interrumpió inesperadamente.<br />

Hubo un accidente de tráfico o alguien que caminaba por el camino murió de insolación<br />

o se produjo una reyerta. Ocurrió algo que alteró para siempre la vida de<br />

aquella persona y la de otros.<br />

Las mujeres han muerto mil muertes antes de cumplir los veinte años. Han<br />

ido en esta dirección y en aquella y se han quedado aisladas. Han tenido sueños<br />

y esperanzas que también se han truncado. Cualquier mujer que diga lo contrario<br />

es que está todavía dormida. Todo eso justifica la existencia de los descansos.<br />

A pesar de que todas estas cosas fortalecen los procesos de individuación y<br />

diferenciación, la maduración y el desarrollo exterior, el florecimiento, el despertar<br />

y la conciencia, son también unas grandes tragedias y como tales se tienen<br />

que lamentar.<br />

Hacer descansos significa echar un vistazo a la propia vida y marcar los lugares<br />

donde se han producido las muertes chiquitas y las muertes grandotas. Me<br />

gusta trazar el itinerario de la vida de una mujer en una gran hoja de papel de<br />

estraza de color blanco y señalar con una cruz los lugares del gráfico, empezando<br />

por su infancia hasta llegar al presente en el que han muerto distintos fragmentos<br />

y piezas de su yo y de su vida.<br />

Señalamos el lugar donde estaban las carreteras que no se tomaron, los<br />

caminos interrumpidos, las emboscadas, las traiciones y las muertes. Coloco una<br />

crucecita en los lugares del itinerario cuya desaparición se hubiera tenido que<br />

llorar o aún ha de llorarse. Y después escribo al fondo la palabra "olvidado" en<br />

referencia a las cosas que la mujer intuye, pero todavía no han aflorado a la superficie.<br />

También escribo "perdonado" en referencia a las cosas que la mujer ha<br />

liberado en buena parte.<br />

A continuación, la invito a hacer descansos, a sentarse con el itinerario de<br />

su vida y a preguntarse "¿Dónde están las cruces? ¿Dónde están los lugares que<br />

hay que recordar, los que hay que bendecir?". Todos ellos tienen unos significados<br />

que se han incorporado a su vida actual. Hay que recordarlos, pero hay que<br />

olvidarlos al mismo tiempo. Para eso hace falta tiempo. Y paciencia.<br />

Recordemos que en "El oso de la luna creciente" la mujer pronunciaba una<br />

oración para que los huérfanos y errantes muertos pudieran descansar. Eso es lo<br />

que se hace en los descansos. La de los descansos es una práctica conciente que<br />

honra a los muertos huérfanos de la psique, se compadece de ellos y les da finalmente<br />

sepultura.<br />

Debemos ser amables con nosotras mismas y dar descanso a los aspectos<br />

de nuestra persona que se dirigían a algún lugar pero jamás llegaron a él. Los<br />

descansos marcan el lugar de la muerte, los momentos oscuros, pero son también<br />

billetes amorosos para el propio sufrimiento. Son transformativos. Nunca<br />

insistiré demasiado en la conveniencia de clavar las cosas en la tierra para que<br />

no nos sigan dondequiera que vayamos. Nunca insistiré demasiado en la conveniencia<br />

de enterrarlas.<br />

El instinto y la cólera heridos<br />

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