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Mujeres

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> que corren con los lobos<br />

Hay que desterrar o transformar los complejos negativos que surjan por el<br />

camino —tus sueños te guiarán en esta última etapa de la senda—, apoyando<br />

bien los pies en el suelo de una vez por todas y diciendo "Me gusta mucho más mi<br />

vida creativa que el hecho de participar en mi propia opresión". Si maltratáramos<br />

a nuestros hijos, los representantes del Servicio de Vigilancia Social se plantarían<br />

en la puerta de nuestra casa. Si maltratáramos a nuestros animales domésticos,<br />

la Sociedad Protectora de Animales vendría por nosotras. Pero no existe ninguna<br />

Patrulla de la Creatividad ni Policía del Alma que pueda intervenir cuando nos<br />

empeñamos en matar de hambre nuestra alma. Sólo estamos nosotras. Nosotras<br />

somos las únicas que podernos vigilar el Yo del alma y el animus heroico. Es una<br />

crueldad regarlos una vez a la semana, una vez al mes o una vez al año. Todos<br />

tienen sus propios ritmos circadianos. Nos necesitan y necesitan el agua de nuestro<br />

arte cada día.<br />

Protege tu vida creativa. Para evitar el hambre del alma, da al problema su<br />

verdadero nombre y resuélvelo. Practica a diario tu tarea. Y después no permitas<br />

que ningún pensamiento, ningún hombre, ninguna mujer, ningún compañero,<br />

ningún amigo, ninguna religión, ningún trabajo y ninguna voz avinagrada te obliguen<br />

a pasar hambre. En caso necesario, enseña los incisivos.<br />

Construye tu verdadero trabajo. Construye una cabaña de cordialidad y sabiduría.<br />

Toma tu energía de allí y tráela hacia aquí. Insiste en establecer un equilibrio<br />

entre la responsabilidad prosaica y el arrobamiento personal. Protege el alma.<br />

Insiste en llevar una vida creativa de calidad. No permitas que tus complejos,<br />

tu cultura, tus desechos intelectuales o las rimbombantes bobadas aristocráticas,<br />

pedagógicas o políticas te la roben.<br />

Pon alimento para la vida creativa. Aunque hay muchas cosas buenas y nutritivas<br />

para el alma, casi todas ellas están incluidas en los cuatro grupos básicos<br />

de alimentos de la Mujer Salvaje: tiempo, sentido de pertenencia, pasión y soberanía.<br />

Haz acopio de ellos, Son los que mantienen limpio el río.<br />

Cuando el río ya está limpio, puede volver a fluir; la producción creativa de<br />

una mujer se incrementa y, a partir de este momento, sigue sus ciclos naturales<br />

de aumento, disminución y nuevo aumento. Nada se podrá ensuciar o dañar durante<br />

mucho tiempo. Cualquier contaminación que se produzca será eficazmente<br />

neutralizada. El río vuelve a ser nuestro sistema de alimentación en el que podremos<br />

entrar sin temor, del que podremos beber sin preocupación y junto al<br />

cual podremos serenar el alma atormentada de La Llorona, sanando a sus hijos y<br />

devolviéndoselos. Podremos desmontar el proceso de contaminación de la fábrica<br />

e instalar un nuevo animus. Podremos vivir nuestra vida junto al río tal como<br />

queramos y juzguemos conveniente, sosteniendo en brazos a nuestros numerosos<br />

hijitos y mostrándoles el reflejo de sus imágenes en las cristalinas aguas.<br />

La concentración y la fábrica de fantasías<br />

En Estados Unidos, el cuento de "La vendedora de fósforos" se conoce sobre<br />

todo en la versión de Hans Christian Andersen. En esencia describe cómo son la<br />

falta de alimento y la falta de concentración y a qué conducen ambas cosas. Se<br />

trata de una narración muy antigua que se cuenta en todo el mundo con distintas<br />

variaciones; a veces es un hombre que quema el último carbón que le queda<br />

mientras sueña con el pasado. En algunas versiones el símbolo de las cerillas se<br />

cambia por otra cosa, como, por ejemplo, en "El pequeño vendedor de flores" que<br />

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