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Mujeres

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> que corren con los lobos<br />

La abuela es muy cariñosa y muy buena, pero es la morfina definitiva, el<br />

sorbo definitivo de cicuta. Atrae a la niña al sueño de la muerte. En su sentido<br />

más negativo, es el sueño de la complacencia, el sueño del entumecimiento —<br />

"Está muy bien, lo podré resistir"—, el sueño de la negación ——"Miraré para el<br />

otro lado"—. Es el sueño de la fantasía perniciosa en el que esperamos que todas<br />

las penalidades desaparecerán por arte de magia.<br />

Es un hecho psíquico comprobado que, cuando la libido o la energía disminuyen<br />

hasta el extremo de que su aliento no empaña el espejo, surge alguna representación<br />

de la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida, simbolizada aquí por la<br />

abuela. Su función es la de llegar a la muerte de algo, incubar el alma que ha<br />

abandonado su cascarón y cuidar de ella hasta que pueda renacer.<br />

Ésta es la gran dicha de la psique de las personas. Incluso en el caso de un<br />

final tan doloroso como el de la vendedora de fósforos, queda un rayo de luz.<br />

Cuando transcurre el suficiente tiempo y se produce el suficiente malestar y la<br />

suficiente presión, la Mujer Salvaje de la psique arrojará nueva vida a la mente de<br />

la mujer y le ofrecerá la oportunidad de emprender una vez más una acción en su<br />

propio beneficio. Tal como podemos deducir del sufrimiento que todo ello entraña,<br />

es mucho mejor sanar la propia afición a las fantasías que esperar, deseando<br />

y confiando en resucitar de entre los muertos.<br />

La renovación del fuego creador<br />

Imaginemos ahora que lo tenemos todo muy claro, sabemos cuál es nuestro<br />

propósito, no nos hundimos en fantasías de evasión, estamos integradas y nuestra<br />

vida creativa florece. Necesitamos otra cualidad; necesitamos saber qué tenemos<br />

que hacer, no en caso de que perdamos la concentración sino cuando la perdamos;<br />

es decir, cuando nos cansemos momentáneamente. ¿Cómo? ¿Que después<br />

de tanto trabajo podríamos perder la concentración? Pues sí, sólo la perderemos<br />

provisionalmente, pero es algo natural. He aquí, a este respecto, un cuento<br />

muy bonito que en nuestra familia se llama "Los tres cabellos de oro".<br />

En nuestra familia se dice que un cuento tiene alas. A través de las migraciones<br />

transoceánicas de mi familia adoptiva magiar, varios de los cuentos que yo<br />

conozco volaron con ellos sobre los montes Cárpatos cuando huyeron de sus aldeas<br />

a causa de las guerras. Durante algún tiempo vivieron en los Urales y luego<br />

cruzaron el mar para trasladarse a Norteamérica. El pequeño y andrajoso grupo<br />

con sus cuentos configurados por sus experiencias viajó posteriormente por tierra<br />

atravesando los grandes bosques hasta llegar a la cuenca de los Grandes Lagos.<br />

El pequeño núcleo de "Los tres cabellos de oro" me lo facilitó mi "Tante" Kata,<br />

una extraordinaria curandera y rezadora que se crió en la Europa del Este, y<br />

es la historia que yo he ampliado aquí. En mis investigaciones he descubierto<br />

cuentos teutones y celtas muy distintos que giran en torno al leitmotiv del "cabello<br />

de oro". El leitmotiv o tema central de un cuento representa un arquetípico<br />

trance de la psique. Así son los arquetipos: depositan algunos de sus matices en<br />

su punto de contacto con la psique. Como representaciones simbólicas que son, a<br />

veces dejan una huella de su paso por las biografías, los sueños y las ideas de<br />

todos los mortales. Se podría decir que los arquetipos, cuya morada nadie conoce,<br />

constituyen toda una serie de instrucciones psíquicas que atraviesan el tiempo<br />

y el espacio y ofrecen su sabiduría a cada nueva generación.<br />

El tema del cuento es la manera que permite recuperar la concentración<br />

cuando ésta se ha perdido. La concentración está formada por la percepción y el<br />

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